MADRID 23 Dic. (OTR/PRESS) -
En términos políticos el año termina peor de como empezó. A principios de 2023 la crónica política reflejaba la tensión con la que se vivieron los debates sobre la concesión de indultos a los dirigentes separatistas catalanes que habían promovido el golpe del "procés". Los indultos y la vergonzosa reforma del Código Penal para suprimir el delito de sedición y rebajar las penas por malversación. La polarización en el eje derecha-izquierda impregnó la campaña de los comicios regionales y locales que se celebraron en mayo en los que arrasó el PP haciéndose con los gobiernos de una docena de autonomías y algunos de los principales ayuntamientos del país. El mazazo para el PSOE fue contundente pero Pedro Sánchez reaccionó sorprendiendo a todos con la convocatoria anticipada de elecciones.
A partir de ahí el voltaje de la tensión política alcanzó máximos en términos descalificaciones recíprocas. A lomos de la euforia generada por el triunfo en las autonómicas y dejándose guiar por los sondeos que en su mayoría pronosticaban un victoria holgada del PP, su líder, Alberto Núñez Feijóo, se confió y desoyendo algunas advertencias dio libertad a los barones regionales para pactar gobiernos con Vox. Tal apresuramiento sirvió en bandeja a los estrategas de Moncloa el argumento para relanzar el mensaje del miedo a la extrema derecha que venia a acabar con libertades y derechos. Y funcionó. El PSOE solo consiguió 122 diputados, 14 menos que el PP, pero suficientes para volver a conformar el bloque Frankenstein con Sumar y los partidos separatistas vascos y catalanes.
Fue un despertar amargo para Núñez Feijóo que, asumiendo el encargo del Rey en un ejercicio coherente pero condenado al fracaso por la aritmética parlamentaria, defendió su candidatura a la presidencia del Gobierno. Sánchez le ganó por la mano pactando con quienes había dicho que nunca pactaría: "¿Cuantas veces quiere que le diga que nunca pactaré con Bildu?". Y, otra perla: "Puigdemont es el Le Pen español y me comprometo a traerlo a España para que rinda cuentas ante la Justicia".
En fin, de ahí venimos y de ahí no salimos porque sí en la legislatura anterior la piedra de toque fueron los indultos en la que acabamos de estrenar es la amnistía. Si primero fue el perdón para los golpistas ahora es el olvido de todos los delitos que cometieron. Con un horizonte de incertidumbre agravada porque los dirigentes de Junts y ERC no se conforman con lo que le que ya han conseguido .Los indultos y la amnistía eran metas volantes pero en su hoja de ruta la meta final es la autodeterminación y el referéndum.
En paralelo , Bildu que ha conseguido el apoyo del PSOE de Navarra para hacerse con la alcaldía de Pamplona, mantiene en secreto la presumible segunda parte del pacto con Sánchez qué, según algunas fuentes ,incluye aliviar el horizonte penal de los presos etarras. Logrado su objetivo de permanecer en el poder, todo indica que Pedro Sánchez seguirá impulsando la estrategia de la tensión reforzando el "muro" para mantener a raya al PP. En ese marco, nadie debería llamarse a engaños :el reporteado encuentro con el líder de la oposición no ha sido más que un acto de maquillaje, un episodio de cosmética política navideña orientado a disimular la futura entrevista con el prófugo Carles Puigdemont tras ser convenientemente amnistiado. Dejamos a tras un año para olvidar y abocamos otro políticamente asfixiante.