Actualizado 23/03/2013 13:00

Fermín Bocos.- El cinismo en la política.

MADRID 23 Mar. (OTR/PRESS) -

El cinismo se ha instalado en la política nacional. Los cínicos han cogido postura y pase lo que pase a su alrededor -incluso cuando son carne de escándalo-, no se mueven. Ni renuncian si son diputados, ni resignan la encomienda si se trata de cargo público en entredicho en razón de conducta dolosa o simplemente incompatible con el decoro que exige la democracia. Raro es el día en el que la actualidad no añade un nombre a la lista de quienes fingen la peor de las sorderas: la de quien no quiere oír. Los últimos en llegar son los altos cargos de la Junta de Andalucía que hacen como si el escandalazo de los ERES falsos no fuera con ellos. El penúltimo, Oriol Pujol, imputado en un caso de presunto tráfico de influencias. Pese a ello, no entrega su acta de diputado en el Parlamento de Cataluña y en un gesto que delata la concepción patrimonial que tiene de la política ha delegado su cargo de secretario general de CDC. Dimitir como diputado, ha dicho, "sería excesivo". Un cínico. Otro más que se aúpa a la lista en la que en otros asientos figuran nombres como el de la ministra Ana Mato, el exministro socialista José Blanco o el expresidente de Cajamadrid Miguel Blesa (nombramiento político) que en los últimos cuatro años de su mandato al frente de una entidad que dejó herida de quiebra y ya con la hinchazón de la burbuja inmobiliaria en fase de imposible ocultación cobró 12,4 millones de euros.

Son cínicos pero a su manera emplean la lógica. Es el caso del exsenador y extesorero del PP Luis Bárcenas cuya declaración ante el juez, al hilo de sus cuentas en Suiza, constituyen un genuino ejemplo de la filosofía que anima al cínico a perseverar en su registro. El juez preguntaba a Bárcenas por qué puso su dinero a nombre de una fundación panameña. La explicación del extesorero fue diáfana: "Lo que me preocupaba estando en estos momentos en política (era senador por Cantabria), era tener una cuenta a mi nombre... teniendo una fundación constituida, evidentemente era más difícil saber quien era el titular real de los fondos". Así de simple, así de cínico. Un senador del Reino de España que tenía claro lo que estaba bien y lo que estaba mal. Y para él, lo que estaba mal, no era defraudar al Fisco, lo malo es que se descubra el pastel. Dado que quienes se dedican a la política lo hacen de manera voluntaria, cabe colegir que lo suyo no es ni más ni menos que un negocio.

Lo tenía claro aquél otro que no sabía que tenía el teléfono intervenido y dejó dicho lo que quizá sea el lema de este tipo de cínicos. "Oye, yo estoy en política para hacer dinero". Pues en eso están algunos. Lo malo es que no son pocos.