MADRID 12 Dic. (OTR/PRESS) -
Cada uno va a lo suyo. El mismo Pedro Sánchez que el pasado lunes no encontró un hueco en su agenda para asistir al funeral que se celebró en Valencia en memoria de las víctimas de la riada, encontró tiempo el martes para promocionar el último producto de la factoría monclovita sobre algo tan actual como la guerra civil de 1936.
Lo han etiquetado como: "Día de Recuerdo y Homenaje a todas la víctimas del golpe militar, la Guerra y la Dictadura". En dicho acto Sánchez anunció que el Gobierno tiene intención de impulsar "la conmemoración de lo que hemos dado en llamar España en libertad"- en ocasión de cumplirse cincuenta años de la muerte de Franco.
Evocar la memoria del dictador es un comodín del que echan mano en La Moncloa cada vez que el presidente y su Gobierno comparecen asediados políticamente por problemas de variada naturaleza. En estos días por los casos de presunta corrupción que afectan a José Luis Ábalos, que fue su ministro de máxima confianza y también secretario de organización del PSOE y también otros del entorno familiar del propio Sánchez. Por no hablar de las dificultades para cuadrar las exigencias de sus socios a cambio de aprobar los Presupuestos.
Precursora de esa estrategia de relato alternativo de despiste fue la sonada exhumación de los restos del dictador en octubre del 2019 coincidiendo con los violentos incidentes que en Cataluña jalonaron la sentencia del "procés". Entonces y ahora cortinas de humo para desviar la atención de los ciudadanos acerca de los problemas reales del país.
La recreación del pasado evocando "en decenas de actos" el fantasma del dictador -proyecto anunciado por Sánchez- se proyecta como una mascarada a la que recurre el Gobierno y aplaude su escudería mediática cuando las cosas del día a día se presentan cuesta arriba. Se acude revisar el pasado ante la preocupación de que podría estar acortándose el futuro político del sanchismo cada vez más dependiente de los onerosos peaje que le exigen los socios parlamentarios de Sánchez para seguir apoyándole. Lo dejó escrito Orwell: cuando el poder se apodera del pasado lo convierte en propaganda.