MADRID 21 Jul. (OTR/PRESS) -
El poder es argamasa, une. En la oposición las miradas se tornan recelosas. Lo están experimentando estos días en carne propia los principales dirigentes del PP y al igual que ellos los compromisarios que eligen al nuevo presidente del partido. El futuro de muchos de los que no han tenido otra vida que el partido se ha tornado incierto. Condicionado al acierto a la hora de optar entre Soraya Sáenz de Santamaría o Pablo Casado. Ambos aspirantes a presidir el partido han reiterado que quieren contar con todos pero todos los compromisarios saben que el vencedor tendrá memoria y cuando se haga con las riendas del partido, a la hora de hacer las listas de candidatos para las elecciones municipales y autonómicas que están a la vuelta de la esquina, recordará quien le prestó su apoyo y quien no. En ese momento muchos quedarán descolgados, abandonados a buscarse la vida.
Los hay con carrera o profesión que intentarán reanudar pero también están los que hicieron de la política una profesión y en un cargo u otro siempre han estado bajo el manto protector del partido. A los primeros les costará ponerse al día en el bufete o la consulta, pero a los otros les aguardan días de inquietud y sorpresas. Inquietud porque no es lo mismo saber que uno tiene asegurada una nómina a fin de mes que salir a buscarla tirando de agenda y descubriendo qué puertas que permanecían siempre abiertas para recibir a un ex que seguía siendo importante porque su partido estaba en el Gobierno, de repente, se cerraban porque quien pierde el poder pierde la llave maestra que da acceso a las puertas giratorias.
Tras un relevo de Gobierno la España de siglo XXI no es la del diecinueve que describía Larra cuando al caer un Gabinete ministerial cesaba el grueso de la Administración y medio país se quedaba en la calle, pero en el ámbito de la política y el de los funcionarios de rango todavía guarda ciertas semejanzas. Puedo entender, como digo, la zozobra del compromisario. Sobre todo la de aquellos que durante los catorce años de mandato de Mariano Rajoy han formado parte del aparato del partido. De su olfato para avizorar quien va a ser el ganador de las primarias dependerá su futuro. Apostar por el perdedor será tanto como unir su suerte a él. Los diputados, senadores, alcaldes y concejales lo seguirán siendo, pero unos y otros tienen contados los días de escaño porque la duración de la legislatura está tasada. Pero el día y la fecha sólo la sabe Pedro Sánchez y en cuanto las encuestas le sean favorables puede convocar elecciones. Y en ese momento el compromisario que equivocó el voto puede quedarse fuera de las listas. Aunque hay vida fuera de la política, para los que no han conocido otra que la del partido vendrán días de gran quebranto.