Publicado 08/10/2024 08:00

Fermín Bocos.- Coro de censores

MADRID, 8 Oct. (OTR/PRESS) -

Desde que empezaron a publicarse las primeras noticias relacionadas con las actividades docentes y empresariales de Begoña Gómez, Pedro Sánchez parece un hombre sin paz que huye de la realidad. Amagó con un adiós que duró cinco días y que fuera del PSOE pocos creyeron sincero aunque metió miedo en el cuerpo al núcleo duro monclovita que temió quedarse sin empleo. Posteriormente anunció a los gentiles que impulsaría un plan para "regenerar la democracia" mediante una serie de medidas encaminadas a controlar los medios de comunicación.

La encomienda censora le ha caído a una comisión compuesta por ¡siete ministros¡. La verdad es que los tenía a mano presidiendo como preside un Gabinete que tiene veintidós miembros. Semejante coro censor tiene previsto reunirse al menos una vez al trimestre con el objetivo de impulsar y coordinar las medidas de un plan que, entre otros objetivos, apunta a "fortalecer la transparencia, pluralidad y responsabilidad de nuestro ecosistema informativo". Se ampara el Gobierno en que quiere "materializar y profundizar" las recomendaciones adoptadas por la Comisión Europea en 2020 y 2023 pero lo cierto es que Bruselas lo que pretendía era salir al paso de las interferencias rusas en los medios y de posibles financiaciones encubiertas. Todo lo contrario a abrir las puertas a una suerte de marco censor para controlarlos. En el caso español apuntan hacia aquellos medios que ¡vaya por Dios! se han atrevido y atreven a seguir publicando noticias relacionadas con las actividades de Begoña Gómez, una ciudadana que está siendo investigada por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Hay una máxima en política que aconseja no hacer lo que no se puede explicar. Y en esa registro, lo cierto es que cuesta explicar que para difuminar el caso de Begoña Gómez Pedro Sánchez esté impulsando todo este montaje en un país como España en el que las calumnias o las injurias están tipificadas como delitos contra el honor que recoge y penaliza el Código Penal. Confiemos en que ni se prolongue el impulso censor ni sirva para que el sectarismo revele su peor rostro.