MADRID 5 Mar. (OTR/PRESS) -
La investigación judicial que indaga posibles responsabilidades penales de los antiguos responsables de Caja Madrid en el caso de las "preferentes" va camino de convertirse en una radiografía de la corrupción. En el otro lado del espejo del país próspero y burbujeante que describía la propaganda oficial cuando Aznar primero y Zapatero después, eran los inquilinos de La Moncloa.
Las víctimas de la presunta estafa son más de 80.000 ciudadanos. Más de la mitad, mayores de 50 años; muchos jubilados. A unos cuantos la indignación los llevó a montar guardia a las puertas de la Audiencia Nacional el día en el que declaraban Miguel Blesa, ex presidente de la caja y Gerardo Díaz-Ferrán, ex consejero y ex presidente de la patronal. Declaración de la que han trascendido algunas perlas que retratan la prepotencia con la que todavía se manejan algunos de estos personajes. "No sé lo que es una preferente. Me enteré de lo que era en 2011"- declaró el ex consejero.
Blesa fue más en la línea de cinismo de la que ya había dejado constancia ante una comisión de investigación del Congreso cuando dijo aquello de que la gente no sabe lo incómodo que es viajar en un coche blindado que había costado más de cien mil euros. Esta vez la pulla iba dirigida a los "preferentistas", a los confiados ahorradores a los que les colaron el avieso producto financiero que les ha despojado de toda esperanza de recuperar sus ahorros. Según Blesa, no hubo engaño porque no se puede considerar a un jubilado como un ignorante en materia financiera. Les vendieron como depósito a plazo fijo y por lo tanto, recuperable a voluntad, lo que en la práctica no lo era. El juez dirá, pero tiene toda la pinta de ser una estafa. Llegados a este punto cabe preguntarse por el origen de tanta arrogancia por cuenta de quienes, en este caso, llevaron a la caja a la quiebra -Bankia es una de las entidades rescatas con fondos europeos-.
Solo encuentro una explicación: la pretensión de ser titulares de una suerte de estatus de impunidad y discrecionalidad en el manejo de las cajas. Eso explica el porqué de la quiebra de la mayor parte de estas entidades. La clave es el armazón de intereses cruzados entre las grandes corporaciones y el poder político. Los favores a los amigos. La puerta giratoria que iba de la política a las cajas: Rodrigo Rato, Narçís Serra, Hernández Moltó, etc. La amistad con Aznar le abrió a Blesa la puerta de la presidencia de Caja Madrid y la de Bono le dio a Hernández Moltó la llave de Caja Castilla La Mancha. La clave, ya digo, es la pretensión de impunidad. Se creían intocables.