MADRID 3 Dic. (OTR/PRESS) -
Siempre se ha dicho que no había nada más atrevido que la ignorancia. Seguramente el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero ignoraba que la consigna que proclamó en el Congreso Federal del PSOE celebrado en Sevilla -"La lealtad por toda regla"- tenía derechos de autor y tenebrosos antecedentes. "Meine Ehre heist Treue" (Mi honor se llama lealtad) era el lema de las Schutzstaffel (SS) de la Alemania Nazi.
Cuesta entender que semejante invitación a la sumisión fuera recibida con aplausos. En un contexto en el que el PSOE es el soporte político de un Gobierno que comparece rodeado de casos de presunta corrupción apelar a la lealtad de dirigentes y cuadros es tanto como apelar a la obediencia debida una invitación ajena a los derechos que ampara la Constitución. Lo contrario del debate y la autocrítica que es la base de una organización democrática, como por cierto echaron de menos -con la boca pequeña- Emiliano García-Page y la ex presidenta andaluza Susana Díaz, asistentes ambos al cónclave. Un congreso de cierre de filas en el que algunos de los dirigentes despacharon el muy actual asunto de los casos de corrupción calificándolos de bulos. Se han olvidado de la trama delictiva en la que está atrapado judicialmente José Luis Ábalos, el ex ministro y anterior secretario de organización del PSOE.
A quienes recuerden que hace seis años Pedro Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno tras una moción de censura, en la que acusaron de corrupción al entonces presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, les debió resultar chocante la presencia en el pabellón sevillano donde se celebraba el congreso de los ex presidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán, condenados en su día por malversación -el fraude de los EREs- en sentencia ratificada por el Supremo y posteriormente anulada en parte por el Tribunal Constitucional. Los aplausos a Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno, que está imputada por varios presuntos delitos, fue la rúbrica de que los cuadros y los dirigentes políticos del partido que gobierna en España ante la evidencia de los casos de corrupción que les salpican han optado por cerrar filas apuntándose a un relato victimista que no se sostiene. Un relato de bunker. Mal pronóstico para lo que está por venir.