MADRID 4 Sep. (OTR/PRESS) -
Pedro Sánchez no ha querido esperar a ver si encontraba eco en el conjunto del partido el rechazo que ha provocado en el PSOE de Aragón el cupo pactado con ERC. Al ordenar adelantar del Congreso para mediados de Noviembre -estaba previsto celebrarlo en 2025-, ha enviado un aviso amedrentador a la parroquia. Un congreso ordinario al que la anticipación de su fecha convierte en extraordinario se plantea como un cónclave en el que será sofocada cualquier discrepancia de la línea política que dicta La Moncloa. A ver quién se atreve. El partido no debate, acata. La adhesión inquebrantable al secretario general está por encima de cualquier otra consideración. Es lo más parecido a una secta.
Quien les ha visto y quien les ve. A mediados de los ochenta del siglo pasado la Federación Socialista Madrileña mareaba la perdiz para elegir como candidato al Felipe González que ya había sido presidente del Gobierno en las anteriores elecciones consiguiendo la mayoría absoluta. Ahora, Pedro Sánchez espera renovar el cheque en blanco con el que ha venido haciendo y deshaciendo en función de sus necesidades tácticas orientadas hacia un único objetivo: preservar el poder. A cualquier precio. Incluso al de ofrecer una singularidad fiscal unilateral a Cataluña -en eso consiste el cupo- que no tiene cabida en el actual marco constitucional.
Hace ocho años Sánchez fue defenestrado de la secretaria general del PSOE porque sus compañeros de la dirección del partido en aquel momento otearon que era un individuo falto de escrúpulos. Consiguió regresar a la dirección y fue anulando todos los controles y contrapesos internos que hacían honor al carácter democrático de la organización. El adelanto del congreso persigue renovar la patente política con la que actúa dentro del partido: es el "puto amo" -la expresión es de uno de sus más serviles escuderos, el ministro Óscar Puente. Así las cosas, que nadie espere sorpresas.