MADRID 28 Sep. (OTR/PRESS) -
Desde la perspectiva de algunos de los socios de la investidura de Pedro Sánchez -caso de Podemos, ERC, Sumar, Bildu- está justificado el desplante de la presidenta electa de Méjico al Rey de España no invitándole a su toma de posesión. Comparten las falsedades de la Leyenda Negra inventadas y sembradas hace cinco siglos por Inglaterra, Holanda y Francia, los enemigos de España en la geopolítica de aquella época. Instalados en el pedestal de una auto concedida superioridad moral, los socios de Sánchez desbarran contra todo y contra todos.
Un último y, por lo demás penoso, episodio tiene como protagonista a la diputada Jone Belarra que se ha lucido despotricando contra el Rey Felipe VI justificando la insólita decisión Claudia Sehinbaum. La futura presidenta hace suya la demagógica campaña seguida en los últimos años por el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador -nieto de españoles- empecinado en reclamar que el Rey de España pida perdón a los pueblos indígenas por lo acaecido durante la llegada de Hernán Cortés hace quinientos años cuando, según el decir de algunos historiadores, "Méjico se conquistó a sí mismo", tal fue el grado de apoyo y colaboración que Cortés encontró entre los pueblos indígenas que vivían sometidos al yugo de los aztecas.
El Méjico de hoy es un país en el que, durante los años del mandato de López Obrador, la violencia se ha cobrado cerca de doscientas mil víctimas, hay cien mil desaparecidos, los sicarios de los cárteles de narcotraficantes campan a su aire, muchos policías y funcionarios son corruptos y el país va camino de ser un Estado fallido. A pesar de que Méjico alcanzó hace más de doscientos años la independencia, el presidente saliente ha procurado tapar su fracaso como gobernante creando un enemigo exterior: el colonialismo y las sombras de la Conquista.
Que un populista como AMLO se guarezca tras la demagogia se explica en el fracaso de su mandato, pero que aquí, en la España democrática del siglo XXI, se escuchen voces que comparten ese discurso (Belarra, Pisarelo, Rufián) es una prueba de la insoportable levedad de algunos de nuestros políticos. ¡Pobre Méjico, tan lejos del progreso y tan cerca de la demagogia del populismo¡