MADRID 27 Nov. (OTR/PRESS) -
La pretendida superioridad moral de la izquierda hizo aguas en dos episodios parlamentarios de la quincena que dejamos atrás. Dos ejemplos. El primero, que refleja la doble moral de quienes llegaron a la política proclamándose abanderados contra la corrupción -el conglomerado de la moción de censura que tumbó a Rajoy-, quedó registrado el pasado jueves cuando los diputados del PSOE consultaban sus teléfonos y recibían en tiempo real noticia de las declaraciones ante un juez de la Audiencia Nacional del comisionista Víctor de Aldama -"el nexo corruptor de la trama Koldo"-, en las que desvelaba la cuantía de las presuntas mordidas recibidas por diferentes personajes de la órbita de José Luis Ábalos cuando era ministro de Fomento. Revelaciones que también salpican a un ministro y a un alto dirigente del partido.
En ese momento, puestos en pie, aplaudieron a la norcoreana la llegada de Pedro Sánchez al Hemiciclo. Poco después la bancada socialista y los socios del conglomerado Frankenstein votaron a favor de un paquete fiscal cuya aprobación prefigura el futuro apoyo al proyecto de los Presupuestos Generales. Votaron a favor del Gobierno al tiempo que las declaraciones de Aldama entreabrían la caja de Pandora con hechos y datos que revelan el entramado de una trama que presuntamente salpica a algún miembro del Ejecutivo, y que tanto el juez como el fiscal han considerado tan verosímil como para excarcelar al comisionista. Las izquierdas del Congreso comparecen instaladas en una posición hemipléjica: solo ven la corrupción en las actuaciones de las derechas.
El otro episodio sucedió el día en el que una gota fría arrasó media provincia de Valencia. Con los primeros balances de víctimas en las pantallas se suspendió el pleno de control al Gobierno pero la bancada del PSOE y sus satélites decidieron no interrumpir la comisión en la que se perpetró el asalto definitivo a RTVE, acomodando en el consejo de administración a periodistas de cámara de los respectivos partidos. A una de las diputadas que participaron en el reparto -miembro de Sumar- se la escuchó decir que no era tarea de los diputados achicar agua. Para entonces ya se sabía que medio centenar de ciudadanos se habían ahogado o estaban desaparecidos. Seguir hablando de la superioridad moral de la izquierda suena a broma.