Publicado 09/10/2024 08:00

Fermín Bocos.- El revuelo de "The Economist"

MADRID, 9 Oct. (OTR/PRESS) -

Que un artículo publicado en "The Economist" en el que señalan que Pedro Sánchez se aferra al poder poniendo en peligro la democracia y en el que recuerdan lo que dijo de "avanzar con determinación con o sin la ayuda del Legislativo" haya provocado tanto revuelo sugiere que en algún sentido todavía valoramos lo de fuera por encima de lo nuestro. Porque que Pedro Sánchez que no ha ganado las elecciones y lleva años cambiando las leyes -Código Penal, Amnistía, etc.- como pago para conseguir el apoyo parlamentario de grupos minoritarios está más que dicho y publicado en buena parte de los medios de nuestro país. No en todos, porque esa es otra de las razones por las cuales un arribista como Sánchez al contar con el apoyo sin fisuras de algunos periódicos, cadenas de televisión y emisoras de radio priva a una parte de la opinión pública del exigible compromiso de escrutinio de los poderes públicos que es -o debería ser- tarea primordial de los medios de comunicación.

El revuelo provocado por el artículo de la mencionada revista británica no habría sido tan llamativo de no ser precisamente por eso: por el contraste de su carga crítica con el tratamiento encomiástico y deliberadamente acrítico de algunos medios nacionales que comparecen ante sus lectores entregados a la causa sanchista. En algunos casos a cambio de ventajas en la adjudicación de la publicidad oficial. Son negocios. No hay que darle más vueltas a la cosa a la hora entender el porqué de líneas editoriales tan entregadas a la causa como para justificar las constantes maniobras, cambios y contradicciones en la política que dicta La Moncloa. Que un día Pedro Sánchez declarase que la amnistía no tenía cabida en la Constitución y al poco, así que necesitó comprar los votos del partido de un prófugo de la justicia, impulsó una ley para imponerla puede sorprender al editorialista de "The Economist" -Londres queda lejos- pero no a los españoles acostumbrados a sus maniobras políticas en el límite de lo políticamente explicable y de lo éticamente decente.