Publicado 03/01/2025 08:00

Fernando Jáuregui.- Empieza la era del pesimismo

MADRID 3 Ene. (OTR/PRESS) -

Una encuesta que se publicaba este 2 de enero, inaugurando el año, confirmaba algo en lo que yo he venido trabajando, con la ayuda de Metroscopia, desde hace ya tres años: se inicia la era del pesimismo. Con más de un 70 por ciento de españoles pensando que nuestra democracia es peor que cuando comenzó este siglo XXI, y convencidos de que hay menos unidad, libertad e igualdad que en el año 2000. Y ya cuando hablamos en concreto de lo esperable para 2025, comprobamos que los ciudadanos de nuestro país palpan la inestabilidad de un Gobierno, el de Pedro Sánchez, que debería, lo cree bastante más de la mitad de los encuestados, someterse a la cuestión de confianza que le exige Carles Puigdemont.

Por supuesto, no quiero abrumarle con cifras y porcentajes, amable lector. Solamente manejo los datos conocidos en las últimas horas completándolos con los que yo mismo he ido recopilando en encuestas con Metroscopia, la Fundación AXA y mi propio Foro independiente, Periodismo 2030, constatando el pesimismo general con el que los españoles, según muestras de tres mil o cinco mil personas en diversas oleadas de encuestas, encaran el futuro inmediato: piensan que es probable, en los próximos años, una tercera guerra mundial (aunque en las ondas, sobre parámetros distintos a las confrontaciones 'clásicas'), un boicot generalizado a las comunicaciones, otra pandemia o que el suicidio sea la causa más común de muerte en las próximas dos décadas.

Pero, yendo más a lo inmediato, un sondeo publicado este jueves en El Español por Sociométrica nos habla de que un 80, más de un 70 y más de un sesenta por ciento piensa, respectivamente, que ha empeorado en España la situación de la democracia, la unidad, la igualdad y la situación de las libertades y el derecho. Incluso porcentajes muy notables de votantes al actual partido en el Gobierno, aunque no sean la mayoría, piensan de este modo. Un 90 por ciento denuncia que ha empeorado el acceso a la vivienda.

Y, según otro sondeo, este de Sigma Dos para El Mundo, más de un 56 por ciento cree que Sánchez habría de someterse a la cuestión de confianza que le exige Puigdemont y a la que, por voluntad propia, se sometió el canciller alemán Scholz, provocando las elecciones anticipadas del próximo 23 de febrero en la RFA. Un 60 por ciento piensa que Sánchez no tiene mayoría para gobernar (lo comparte más del 40 por ciento de los votantes socialistas) y un 62'05 por ciento está en desacuerdo con la amnistía. Que será, presumiblemente, uno de los grandes temas que sobrevolará la actualidad española durante 2025 hasta que, presumiblemente en otoño, el Tribunal Constitucional se pronuncie a favor o en contra de la medida de gracia para los independentistas catalanes.

Naturalmente, hay algunos datos un poco más -no mucho más-- esperanzadores en el reciente sondeo de Sociométrica, como la valoración del derecho a la información (42'5 cree que mejora, frente al 45 que no), o la felicidad personal, que ha mejorado para un 26 por ciento, frente al 29 que cree que ha empeorado, mientras algo más del 43 por ciento no sabe o no contesta a tan comprometida pregunta. Pero lo cierto es que ni siquiera, pese a los datos macroeconómicos esgrimidos por el Gobierno, existe la sensación de que mejora la prosperidad económica para cada ciudadano: un 62'3 por ciento cree que empeora, frente al 26'6 por ciento que piensa lo contrario: incluso más del 28 por ciento de los votantes del PSOE se sitúa en la tesis del empeoramiento.

Las encuestas, siempre lo digo, valen para lo que valen: no son ciencia absoluta. Pero qué duda cabe de que son indicativas de un estado general de opinión. Y también los titulares de los periódicos que he podido recopilar en los últimos días y las últimas horas corroboran lo que muchos hemos hablado en nuestras cenas de Nochebuena y Nochevieja: este 2025 va a ser el año de las incertidumbres (no solo por la llegada al poder máximo de alguien como Trump) y se encara con pesimismo generalizado. Solo cabe confiar en que esta sensación mejore con hechos concretos, con actitudes distintas por parte de quienes nos representan.

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