Publicado 21/11/2023 08:01

Fernando Jáuregui.- Me falta un Ministerio de la Felicidad

MADRID, 21 Nov. (OTR/PRESS) -

Insiste mi amigo el padre Angel en la necesidad de crear cuanto antes un Ministerio de la Felicidad. Parece que ha sugerido en alguna ocasión un acuerdo entre los grandes partidos --Sánchez, Feijoo-- para crear este Departamento, que se remonta a la idea británica de un Ministerio contra la Soledad o el del 'sentido común', también de reciente creación en el Reino Unido del 'premier' Sunak.

Como, la verdad sea dicha, no me ha emocionado demasiado el nuevo elenco ministerial --no tan nuevo, si bien se mira-- anunciado este lunes por Pedro Sánchez, creo que habría que poner más el acento en lo que falta que en lo que hay y sobra. Y, para mí, aun aceptando la conveniencia de mantener el Departamento de Igualdad --felizmente abandonado por doña Irene Montero--, falta dirigir la mirada hacia conceptos también altruístas, como ese Ministerio de la Felicidad del padre Angel, o el creado contra la Soledad, creo recordar que primero ideado por Margaret Thatcher. Estos anglosajones siempre van por delante en estas cosas.

La verdad es que los ministerios de la Felicidad alumbrados hasta ahora en algunos países no han tenido muy buena prensa, que digamos. Ni Bután, país en el que la felicidad está casi prescrita, obligada, por ley, ni Argentina, que tiene un viceministerio de la cosa --a saber ahora lo que tendrá con su nuevo presidente-- ni, menos, Venezuela, me parecen ejemplos a seguir, para qué engañarnos. Creo que el concepto que me transmitió el padre Angel se refería más bien a una idea general de que procurar la felicidad de los ciudadanos debería ser la guía que inspire la acción de todo, todo, el Consejo de Ministros.

Y temo que los juegos de tronos y las peleas de poder ahora priman en la formación de los gobiernos sobre ese concepto benéfico que consiste en buscar ante todo el bienestar de las gentes de la calle. Porque, si le digo la verdad, me emociona poco que el señor Bolaños tenga más poder que hsta ahora y sea él, y no la ministra saliente, quien tenga que contender con el proceloso mundo de los jueces. O que el conjunto de carteras corresponda más bien a un criterio de reparto para tener contentos a los territorios y a sus 'barones' que a una de de eficacia.

Será, sin duda, mi culpa, pero nada de nuevo, de descatable más allá de unos cuantos nombres nuevos desconocidos por el gran público, he encontrado en el Ejecutivo que, en teoría, tendrá que bregar con una nueva era política, económica, tecnológico, moral y social. ¿Hay mimbres suficientes para eso?

Así que no tengo más remedio que seguir esperando a que el padre Angel convenza a quien tenga que convencer y logre que a los muchos, demasiados, ministerios ya existentes se sume otro de la Felicidad. Con rango de vicepresidencia, que, total, una más no importa.

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