MADRID 24 Nov. (OTR/PRESS) -
La cosa ahora es si nos fiamos de los jueces y cuánto. Porque el destino de este Gobierno, que sale a trompicones, pero con bien, de casi todos los maremotos, véase el reciente ejemplo de la 'reforma' fiscal, está ahora en manos de jueces de diversas instancias: ¿miente el ya ex recluso Aldama en sus muy graves acusaciones contra miembros del Gobierno y del PSOE?¿Dicen la verdad los presuntamente difamados y calumniados, a los que no les queda otra que recurrir a instancias judiciales para rebatir al comisionista presuntamente (no ha sido juzgado aún, por eso la presunción de una inocencia creo que improbable) corrupto y corruptor? Ahora todo queda en saber cuánto tiempo estará este 'affaire' en manos togadas antes de que los tribunales tomen una decisión. Sospecho que hay muchos poderes, y no todos claramente en la oposición, que no dejarán que este asunto, como ha ocurrido con tantos otros, se enfríe. Lo saben en La Moncloa, y saben también del escaso afecto que el poder judicial, en general, siente por los actuales gobernantes de España.
A los mencionados en la declaración judicial del aliado de Koldo no les aqueda ahora otro remedio, ya digo, que recurrir en los tribunales contra él. Yo diría que se avecina un período de tiras y aflojas, acusaciones y contraacusaciones, aportaciones y denegaciones de pruebas, reales o ficticias. Y no creo que vaya a ser este un tiempo bueno para los intereses de un Ejecutivo enfrentado a las presiones de sus socios -creo que cada vez más preocupados ante la deriva del Gobierno central-y a una cierta e indudable desmoralización en sus filas: ¿qué ocurrirá ahora, por ejemplo, en el inminente congreso federal del PSOE, ante el cuestionamiento desde varios frentes de quien aún es su 'número tres', Santos Cerdán? Ya no va a ser, sospecho, el 'congreso de los aplausos' como fue el anterior.
No, que se desengañen tantos asesores monclovitas y los funcionarios de Ferraz: resulta por completo imposible mantener este estado de cosas hasta la primavera de 2027, me parece.
Retorno al comienzo: ¿cuánto se fía el ciudadano de los jueces, que, ante la deriva que toma el ejecutivo y ante el claro abandono de sus obligaciones por parte del Parlamento, se han convertido en el verdadero eje de la democracia? No lo sé, la verdad. Pienso que muchas veces el estamento judicial, con sus adscripciones y lealtades a los poderes políticos, han decepcionado a la opinión pública, más aún que a la publicada, que ya es decir. No quisiera recurrir a comparaciones odiosas, pero los jueces, en Estados Unidos, se han ganado el desprestigio con su patente favoritismo hacia el ya virtual presidente Trump. Y en otros países, México por ejemplo, están dando muestras de sometimiento al poder de poderes, es decir, el Ejecutivo. Es necesario recuperar la figura del juez, en España y en otras partes del mundo: no podemos acostumbrarnos a que también nos falle este poder clásico de Montesquieu.
En España, una afortunada -al fin-renovación en el Consejo del Poder Judicial y algunas valientes tomas de posición por parte del Supremo palían el escepticismo ante el comportamiento de otras instancias superiores, y estoy pensando, por supuesto, en el Tribunal Constitucional, testigo silente de cómo en España se saltan y asaltan la Constitución quienes pueden impunemente hacerlo. Pero ahora el país alegre y confiado está como en shock, con permiso de Broncano y Motos, que son quienes acaparan los titulares en esta tierra jaranera: lo que en sede judicial dijo Aldama es, ni más ni menos, que se ha instaurado en la cuarta potencia económica de la UE el reino de la mentira y la corruptela, que es quizá peor aún que la corrupción.
Si quiere saber mi opinión, y creo que estoy obligado a darla, tiendo a fiarme más en este caso de los acusados - algunos de los cuales, empezando por Pedro Sánchez, no es que se hayan afianzado precisamente como campeones de la verdad-que del acusador, que, con su comparecencia ante el juez, se ha librado en este cuarto de hora de la prisión provisional, pero que tendrá que cimentar lo dicho en al Juzgado con pruebas fehacientes , a las que habrán de cooperar las investigaciones policiales y judiciales. A mí, algunos miembros el Gobierno y del partido que lo sustenta no me merecen mucho crédito, la verdad; pero la figura de Aldama, con perdón, me suscita un innato recelo, por decir lo menos. Y me niego a concluir aquí que entre pillos anda el juego.
Seguiremos apasionadamente este caso, que hasta está alterando, como digo, el que debía haber sido pacífico planteamiento del congreso del PSOE -me parecería inevitable una dimisión de Cerdán 'hasta que se aclaren los hechos'-- y de la actividad de todo el Consejo de Ministros, en el que se sientan algunos que, me parece , están tan consternados y confundidos ante lo que ocurre como yo mismo, o como usted. Solo que ellos callan y nosotros ya no podemos ni debemos hacerlo. No haré más preguntas, Señoría.