Publicado 23/06/2024 08:00

Fernando Jáuregui.- No, Isabel Díaz Ayuso no será la presidenta del Gobierno de España

MADRID, 23 Jun. (OTR/PRESS) -

La propia Isabel Díaz Ayuso, ya presidenta de la Comunidad de Madrid, nos dijo, en conversación informal con un grupo de periodistas, que ella de ninguna manera aspiraba a ser presidenta del Gobierno central. Ella estaba contenta en Madrid, foro, faro, rompeolas y quebradero de cabeza, a veces, de las Españas (esto último lo digo yo, claro, no ella). Y, cuando este período terminara, nos dijo, aunque sin mucho énfasis, regresaría a sus actividades anteriores, tal vez el periodismo, quién sabe.

Claro que de ello hace ya cuatro años, y muchas cosas, incluyendo la dirección del Partido Popular nacional, han cambiado desde entonces. Pero tengo para mí que actos tan cuestionables como el que se registro en la sede de la Puerta del Sol esta semana con el presidente argentino Javier Milei, distancian, en todo caso, mucho más que aproximan, a la señora Díaz Ayuso de la jefatura del Ejecutivo de España. Pienso que los estilos broncos, ‘testiculares’, patrocinados por eso que se quiere llamar ‘nueva derecha’ causan mucho más repudio que adhesión. Ya sé, ya sé, que unos cientos se arremolinaron ante el balcón de la sede de la presidencia de la CAM para gritar ‘te queremos’ al hombre que propugna una libertad acompañada del ‘carajo’; pero me parece que eso no representa a una ciudadanía cada vez más perpleja por las ‘arrancadas’ de sus representantes.

De acuerdo: Isabel Díaz Ayuso está gobernando sustancialmente bien ese laberinto político, inserto en el corazón de la locura nacional, que es la Comunidad de Madrid. Pero quizá esté pisando demasiado el acelerador. Milei, que aspira a representar a esa ‘nueva derecha’ vociferante y de gestos airados a los que ni siquiera se atreven gentes como Le Pen, Meloni, Orban o el propio Abascal, está más cerca de los malos modos y modelos de Trump, de Salvini, de Bolsonaro, que de la mayoría de las propuestas ‘antizurdas’ que han copado los escaños conservadores del Parlamento Europeo. Y por supuesto que no hablo de ese señor esperpéntico que, cabalgando sobre bulos y exabruptos, ha logrado tres asientos en las respetables sedes de Estrasburgo y Bruselas: las elecciones europeas siempre acaban depositando allá a algún alienígena, que, invocando la democracia, es un cáncer para la democracia. El voto desesperado del ‘cuanto peor, mejor’. Menos mal que son pocos y se les ve venir.

No, Milei no merece, en mi opinión, una alteración tan enorme de lo que debería ser el consenso en política exterior como la efectuada hace todavía pocas horas en la Casa de Correos madrileña. El ‘impetuoso’, vamos a llamarlo así, presidente argentino, ese país hermano cuyos habitantes merecerían mejores gobernantes, ha cometido todos los desplantes posibles a algo que un estadista ha de tener siempre muy presente: a la buena educación, a esas reglas que en teoría no están escritas que dicen que las relaciones internacionales han de medirse por el pacto, el respeto a las formas y por la no injerencia. El socialismo convendrá más o menos a este país nuestro en estos momentos: millones de personas lo rechazan, pero otros tantos millones de personas lo han votado y no es, desde luego, un mandatario extranjero quien ha de atacarlo en los zafios términos en que lo hizo y menos donde lo hizo.

Claro que esto no quiere ser una defensa del Pedro Sánchez, que era el objetivo a batir en la ‘cumbre de Correos’. El presidente del Gobierno español está atravesando, básicamente por su culpa, malos momentos en lo familiar, en la relación con las alianzas que le llevaron al poder, en la concepción de lo que debe ser un país territorialmente coherente y equitativo, en el respeto a la legalidad y a los equilibrios del Estado. Muy grave. Sánchez nos da muchos sustos y está provocando una enorme indiferencia nacional hacia la política, algo que aprovechan los creadores de ruidos.

Lo que ocurre es que creo que actos como el protagonizado por Díaz Ayuso, condecorando, como si fuese una jefa de Estado o casi, a Milei, le vienen estupendamente a Sánchez, mientras hacen extraordinario daño al teórico ‘jefe’ de Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijoo, que patentemente no sabe qué decir ante estos arranques políticos tan alejados de su carácter. Y lesionan también a un concepto básico de la política conservadora, que yo pienso (mire usted cualquier encuesta) ue las gentes quieren tranquila y alejada de voces histéricas.

No, creo que Díaz Ayuso no llegará a presidir el Gobierno central. Suponiendo que ella, que sabe que Madrid es su feudo, pero quizá no tanto Galicia, ni Andalucía, ni Murcia, ni Aragón, ni Valencia, ni Canarias, ni Baleares, ni Asturias, ni las dos Castillas, ni, menos, Cataluña o el País Vasco, quisiera dar el salto hacia La Moncloa, que ya digo que ella me confesó, entonces, que no quería. En fin, los días y semanas próximos van a estar tan llenos de acontecimientos, nacionales e internacionales, vamos a tener tantos quebraderos de cabeza, que afortunada o desgraciadamente nos harán olvidar esta nueva ‘gesta’ en la Puerta del Sol, que no ha sido precisamente la del 2 de mayo de 1808. Y acaso Isabel Díaz Ayuso, que, por supuesto, tiene todo mi respeto, debería reflexionar un poco más, alejada de consejos quizá ahora no muy convenientes, sobre ello.

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