MADRID 9 Dic. (OTR/PRESS) -
Como cada año, Pedro Sánchez y muchos de sus ministros se reunirán en estas fechas navideñas -el miércoles, concretamente, en esta ocasión-con bastantes periodistas para tomar una copa en La Moncloa. Hombre, no es una tradición como la de la cena en el Hilton de los corresponsales ante la Casa Blanca, un evento que se remonta a 1921, para aminorar tensiones, que buena falta hace, entre las gentes de la prensa y el presidente de los Estados Unidos; pero la verdad es que 'la copa de Moncloa' viene sirviendo para mantener, siquiera una vez al año, un cierto ambiente distendido entre los informadores y un Ejecutivo que no suele mostrarse demasiado proclive a fomentar los contactos y la transparencia con los representantes de los medios. Ocurre, sin embargo, que en esta ocasión el encuentro de la 'pax navideña' se producirá en un clima de especial confrontación: para Pedro Sánchez, que estrena secretario de Estado de Comunicación, será algo semejante a brindar, glub, con el enemigo.
Sí, porque desde diversas fuentes gubernamentales, comenzando por el muy poderoso Félix Bolaños, se acusa sin tapujos a los medios (y a los jueces, por supuesto) de fomentar "una estrategia para amedrentar a políticos progresistas y a sus familias", que es, con otras palabras, más o menos lo que dijo Sánchez en los corrillos en el Congreso el pasado viernes, día del aniversario de la Constitución, donde también había canapés para hacer más digeribles las preguntas, en ambiente informal, de los 'pelmas' de los periodistas.
Unos corrillos que, por cierto, se reproducirán este miércoles en La Moncloa, precisamente una hora después de que Sánchez haya regresado de la Cámara Baja, donde, en la sesión de control parlamentario, habrá tenido que responder a preguntas poco amables de Alberto Núñez Feijoo y del azote incontrolable que es la diputada de Junts Miriam Nogueras. Quien, por cierto, ya está planteando, en los manteles negociadores, nuevas exigencias al Gobierno a cambio de su 'sí' a los Presupuestos: nada menos que la condonación de una parte sustancial de la deuda a Cataluña piden los independentistas, tanto los de Puigdemont como los de Junqueras, para salvar las cuentas del Estado al que, cada uno por separado, aborrecen.
Bueno, y claro, también se encontrará Sánchez con sus no muy amigos los periodistas en vísperas de la declaración, este jueves día 12, de José Luis Ábalos ante el Tribunal Supremo. Y en las casi antevísperas de las declaraciones del 'comisionista' (ejem) Víctor de Aldama también ante el Supremo, el 16 de diciembre, y de Begoña Gómez ante el juez Juan Carlos Peinado el 18 de este mes. Mientras que, por si faltaba emoción prenavideña, desde el Senado se urge ya al fiscal general del Estado, que es el personaje más agobiado entre los agobiados en estas jornadas, para que comparezca de una vez ante la Cámara Alta, donde sospecho que le preparan una recepción sonada.
Ya digo: preguntas para el presidente y sus ministros no han de faltar esta semana en los corrillos de La Moncloa, mientras circulan las cañas y los platos de jamón para facilitar los malos tragos. Allí estaremos, confiamos, y lo contaremos puntualmente, desde luego. Porque es nuestra obligación, no por fastidiar a nadie, que es lo que algunos parece que piensan. Y dicen.
Y no, de acercamiento navideño a Núñez Feijoo, ni pensarlo. Ahí sí que no habrá para él copa en La Moncloa. Ni en ninguna parte, si del Gobierno depende.