MADRID 7 Mar. (OTR/PRESS) -
La imagen de Pedro Sánchez con el Rey en Martorell este viernes, y el que la presencia de ambos juntos en un acto institucional se vaya a repetir el próximo jueves en el madrileño Campo del Moro, en el Día Europeo de las víctimas del terrorismo, refuerza la idea de que el presidente se ha convertido, frente a su socio de Unidas Podemos, en una suerte de valladar de la Corona. O, al menos, de la figura de Felipe VI como jefe del Estado. La inequívoca alianza entre los jefes del Gobierno y del Estado, quien sigue viviendo horas amargas por lo demás, va a ser el pilar de lo que algunos círculos llaman la 'perestroika de la Monarquía española'. Es decir, algo parecido a una transformación de esta Monarquía, pactada con el Ejecutivo, para preservar sin más zarandeos la forma del Estado.
Parece obvio que, si Sánchez y su mayoría parlamentaria quisieran, la Monarquía podría verse en un serio riesgo. Y ello, por mucho que las encuestas aprecien un cierto repunte si no de la Corona sí, al menos, de la figura del Rey, quizá a causa de la firmeza de Felipe VI en una actitud inflexible en la defensa de una línea de conducta recta dentro de la Institución. Todo indica que ya está decidida una serie de iniciativas que vayan más allá del lampedusiano 'que algo cambie para que todo siga igual': sin embargo, no parece que la elaboración de una 'ley de la Corona' que signifique unos comportamientos más abiertos en la actuación del monarca y de su Casa, esté ni mucho menos en marcha. Pero sí habrá, y más bien a corto que a largo plazo, cambios. De caras y de trayectos. Una mayor transparencia y unas formas más abiertas al contacto con la gente parecen ser la fórmula general a aplicar.
Casi transcurrido un año de aquel comunicado emitido por La Zarzuela el 15 de marzo de 2020 desvinculándose explícitamente de las posibles actividades irregulares de Juan Carlos I y excluyéndole de los presupuestos de la Casa del Rey, esta transformación se ve inevitable y, hasta cierto punto, urgente, dados los muchos errores cometidos por casi todos en estos meses. Entre tales errores destaca, desde luego, la gestión de la salida de España del llamado emérito, de la que se cumplen más de siete meses sin que ni Juan Carlos I haya podido regresar a su país de una manera 'confortable' ni parezca que las malas relaciones en el seno de la familia real se hayan apaciguado, sino lo contrario.
Hoy sería imposible repetir aquellas imágenes de la familia al completo en Marivent o durante las fiestas navideñas. Aquel famoso ( y artísticamente no muy afortunado) cuadro de Antonio López que permanece aún hoy colgado en el Salón de Alabarderos del Palacio Real no podría pintarse en la actualidad. No consta que el padre y el hijo hayan vuelto a hablar desde la marcha del emérito el pasado 3 de agosto ni que las relaciones del Rey con sus hermanas, y menos aún tras la polémica excesiva desatada a raíz del 'caso de las vacunas' de ambas en Abu Dhabi, hayan mejorado un ápice, sino más bien al contrario. Es más, se diría que desde La Zarzuela les llegan recados para que renuncien a sus derechos dinásticos.
Tampoco consta que exista un consenso suficiente en torno a qué medidas y disposiciones integrarían la citada 'perestroika de la Corona', que se pretende que sea paulatina, pero ajustada en sus tiempos: este 2021 será un año en el que veremos algunos cambios de cierta consideración. El alejamiento definitivo de la 'parte contaminada' de lo que era la familia real parece, en todo caso, un hecho, incluyendo a la figura del aún llamado Rey Juan Carlos, y en ello parece existir pleno acuerdo entre La Moncloa y La Zarzuela, lo mismo que en matizar la inviolabilidad constitucionalizada de la figura del jefe del Estado y legalizar una mayor fiscalización de sus finanzas.
Claro que en esta reforma de la Monarquía "para que nos dure mucho tiempo y Leonor pueda asegurar su reinado" (en frase de un eminente político) se hará preciso alejar a Unidas Podemos de cualquier intervención en este proceso. Qué duda cabe de que la discrepancia sobre la forma del Estado es la mayor de las muchas que separan a ambos socios en el Gobierno de coalición. Por eso mismo, parece claro que Sánchez tendrá que 'aparcar' cualquier discusión pública en torno a esta cuestión con Pablo Iglesias; de momento, se ignora si el previsto encuentro entre el presidente y el vicepresidente segundo, en busca de un acercamiento de posturas entre ambos, se ha celebrado ya en una total 'intimidad' o una vez más se ha pospuesto.
Aunque lo cierto es que el tono, a veces incluso agrio, entre ambas partes parece haberse suavizado algo en los últimos días, incluyendo las exigencias de Unidas Podemos para crear una comisión de investigación parlamentaria en torno a 'las actividades de la Monarquía' (no solo del Rey emérito). Qué duda cabe de que este será muy probablemente uno de los grandes temas de debate político en este 2021 lleno de tantas incertidumbres por venir.