Actualizado 22/11/2024 10:07

Fernando Jáuregui.- Sánchez tendrá que hacer algo para salir de esta, digo yo...

MADRID 22 Nov. (OTR/PRESS) -

Menudo día el de este jueves para Pedro Sánchez, encerrado en La Moncloa sin acudir al debate en el Congreso de los Diputados de 'su' reforma fiscal en un ambiente agónico. A trancas y barrancas, Sánchez ha ido logrando seguir a flote: ha salvado a Teresa Ribera como comisaria europea, ha ido sacando adelante algunas de sus leyes, también la subida de impuestos, con enormes concesiones y contradicciones entre los 'socios' que ahora apoyan al Gobierno. Incluso es posible, vistos los precedentes, que acabe viendo aprobados, cuando sea, los Presupuestos Generales del Estado. Lo que no está claro es cómo va a contrarrestar la catarata de revelaciones que, en sede judicial, hizo este jueves el 'comisionista' Víctor Aldama, que no dejó títere con cabeza.

Si se demostrase que es cierto lo que el recluso dijo este jueves ante el juez Ismael Moreno, medio Gobierno, empezando por Sánchez, y personajes sustanciales del Partido Socialista, como Santos Cerdán, quedarán severamente tocados. Y el 41 congreso del PSOE, que comienza dentro de una semana, se tambalea junto con el 'hombre fuerte' del partido, su 'número tres', Santos Cerdán.

Tenían razones más que suficientes en La Moncloa para temer la declaración de Aldama, que se produjo presumiblemente gracias a un pacto con el fiscal que le libre, al menos, de su actual prisión provisional: Sánchez, Begoña Gómez, Teresa Ribera, el jefe de Gabinete de María Jesús Montero, el ministro Ángel Víctor Torres, Santos Cerdán y, naturalmente, José Luis Abalos y 'Koldo', incurrieron, según la versión de Aldama, los unos (señaladamente Sánchez en el caso 'Delcy Rodríguez') en mentiras, los otros en irregularidades mucho más severas, como el cobro de comisiones ilegales.

Una auténtica bomba, lanzada cuando Sánchez intenta negociar la pervivencia de su pacto de Legislatura en momentos tan delicados como la negociación de una reforma fiscal de gran calado y, luego, los Presupuestos del Estado. Y cuando un acontecimiento tan importante políticamente como el congreso federal del PSOE está a poco más de una semana de su celebración.

Es obvio que Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, no podrá, presumiblemente, seguir siendo el 'número tres' de este partido tras las revelaciones periodísticas que le comprometen como involucrado en vigilancias extrajudiciales a periodistas y jueces, y tras las afirmaciones de Aldama, que asegura que cobró ilegalmente quince mil euros, se supone que presumiblemente en comisiones. Cerdán ha anunciado que demandará a Aldama por falsedad, pero, en realidad, lo que se va a abrir va a ser una pugna de declaraciones y contradeclaraciones que van a causar un enorme daño a la imagen de uno de los hombres más cercanos a Sánchez, hasta el punto de haber sido el 'negociador secreto' con Puigdemont en busca de mantener la lealtad del fugado al 'pacto de investidura' que permite al presidente seguir en La Moncloa.

Resulta evidente que las declaraciones del 'comisionista' e imputado en varios casos Víctor de Aldama habrán de demostrarse documentalmente, so pena de que caiga sobre él una auténtica montaña de querellas y demandas. Pero no menos evidente es que el rifirrafe de desmentidos y ratificaciones que ahora se inicia causa un enorme perjuicio al Gobierno y al partido que lo sustenta en momentos judicialmente muy complicados en los 'casos Begoña Gómez y Koldo'. Obviamente, el estallido de la 'bomba Aldama' no va a poder quedar en el olvido tan pronto como otras cuestiones, en las que un escalón en la montaña de los despropósitos hacía olvidar el escalón del día anterior.

Entiendo que, con este panorama, Sánchez no puede seguir anclado en su actual línea de defensa, basada en un silencio solamente roto para negarlo todo, sin mayores contraargumentaciones, al margen de los ataques a quienes le critican o revelan cosas que él no quiere que salgan a la luz. Tendrá que hallar algún golpe de efecto que contrarreste la delicadísima situación en la que se ve embarcada una de las Legislaturas más agónica que se recuerdan desde la restauración de la democracia. Y eso que sucesos verdaderamente tremendos no han faltado en los últimos cuarenta años. Lo que ocurre es que ahora se están poniendo en cuestión algunos importantes fundamentos de un Estado de derecho democrático, y es en ese terreno en el que Sánchez y su Gobierno -que necesita una urgente remodelación, mucho más profunda que la mera sustitución de Teresa Ribera- tendrán que moverse con la mayor rapidez.

Porque así, como reconocían esta semana sin micrófonos algunos destacados socialistas -que, por supuesto, culpan al PP de este estado de cosas-, repetimos que no se puede seguir. Ahora ya no cabe minimizarlo: es o el muy presunto delincuente Aldama o el Gobierno. Ni más ni menos.

 

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