MADRID 23 Jul. (OTR/PRESS) -
Casado ya es el nuevo presidente del PP, pero solo ha conseguido la victoria en el Congreso del Partido Popular. Es mucho, pero es solo el inicio. Ya importa poco si es el heredero de Aznar, que no lo cree ni el propio Aznar, ni el enterrador de Rajoy, que tampoco, porque Rajoy se fue solo. En los partidos, cuando muere un líder todopoderoso --todos lo son, aunque sea un vicio profundo de la democracia partidista-- su autoridad se disuelve como un azucarillo. Y ninguno vuelve. Tampoco importa si hay regresión, que lo dicen sus enemigos, o vuelta a los principios. Hay un cambio real. Cada día los partidos son menos monolíticos y más adaptables a la realidad. Que se lo pregunten a Sánchez, a sus promesas antes de ser presidente y a los hechos cuando ya lo es. Con una excepción, los nacionalistas o los regímenes comunistas, aunque incluso Cuba (¡lo que hay que ver!) haya eliminado el término comunismo de sus nuevos postulados. Los nacionalistas y los comunistas son monolíticos y excluyentes. La democracia es otra cosa.
Ahora empieza la hora de la verdad para Casado, pero no sólo para él. Dice Maquiavelo en 'El Príncipe' que "en el principado nuevo nace la dificultad", una dificultad natural, "ésta es, que los hombres cambian contentos de señor creyendo mejorar", aunque, dice Maquiavelo, casi siempre sucede lo contrario. No creo que sea el caso del PP, porque la situación era insostenible y hacía falta savia nueva para tratar de encontrar la motivación de los votantes. Sáenz de Santamaría posiblemente tenía una mejor preparación para el gobierno de una nación, pero ahora de lo que se trata es de recomponer la moral de las tropas populares, recuperar a los que se han ido, reordenar los objetivos y reconquistar el poder. Y eso, tras la negativa de Núñez Feijóo, parece que sólo lo puede intentar Pablo Casado que no esconde lo que piensa o lo que es, pero que moderará sus propuestas porque la batalla se da siempre en el centro, no en los extremos.
¿Qué va a hacer Casado? Dice también Maquiavelo que el príncipe "licenció a la antigua milicia y formó otra nueva; dejó a sus antiguos amigos y se hizo otros nuevos; y cómo tuvo amigos y soldados que eran realmente suyos, pudo levantar sobre tales fundamentos, otro edificio; de modo que lo que le costó tanto conquistar, le costó poco mantener". Casado debe pensar bien lo que va a hacer. La reconstrucción del PP le puede llevar a la casi desaparición o, de nuevo, al poder. Lo veremos.
El asunto es qué hará ahora Ciudadanos. Reaccionar diciendo que el nuevo PP es el de la corrupción es más un síntoma de nerviosismo que una respuesta inteligente. Rivera y Casado se parecen mucho, aunque no piensen igual. Y si no cambian mucho las cosas, tendrán que ponerse de acuerdo para poder gobernar en un futuro cercano. Ninguno de los dos, por separado, pueden ganar a la izquierda y la izquierda lo sabe. Tendrán que reordenar su espacio, tendrán que marcar sus diferencias y hacer visibles sus fronteras. Pero España necesita un centroderecha fuerte, coherente y capaz de ofrecer una alternativa moderna e integradora.