MADRID 8 Oct. (OTR/PRESS) -
A la Iglesia Católica le viene bien el debate en libertad y le vendría mucho mejor hacerlo con mayor frecuencia, perder el miedo a la confrontación de ideas y abrir foros de encuentro entre diferentes y hasta con los que están enfrente, que son muchos, seguramente más cada vez, en parte por ese silencio de la Iglesia en España. Cuando alguien no ocupa el espacio que le corresponde, otro se lo apropia. Cuando alguien no explica sus hechos y sus razones, alguien lo hace por él y casi siempre de forma inadecuada, cuando no intencionadamente falsa. La Iglesia española no tiene más que seguir la estela del Papa Francisco de hablar con un lenguaje cercano, de hacerse eco de los problemas de los ciudadanos y de pedir perdón, cuando sea necesario, y siempre respetar a los otros y exigir respeto. No hablo sólo de los obispos o de la Conferencia Episcopal, porque los laicos creyentes tenemos la misma obligación, pero sí parece que ellos tienen una responsabilidad especial.
En las últimas semanas, la Iglesia ha salido a la calle con muchos que no piensan como ella. La Universidad Católica de Valencia invitó a Mónica Oltra, vicepresidenta del Gobierno de la Generalitat valenciana y miembro de Compromís, a un debate con el cardenal Cañizares sobre la mujer. Aunque hubo voces que cuestionaban la presencia de Oltra, el rector de la Universidad dijo que "impedirlo sería cuestionar nuestro carácter de Universidad y de católica". Que tomen nota en otras latitudes universitarias donde solo se permite el lenguaje único. El debate fue franco, cordial y positivo. Con más cosas en común que diferencias y con un deseo conjunto de avanzar en los derechos y en la defensa de la mujer.
Hace unos meses hubo una larga entrevista entre el presidente Pedro Sánchez -encima de la mesa las polémicas del Valle de los Caídos, la inmatriculación de los bienes de la Iglesia, la enseñanza concertada, los acuerdos con la Santa Sede- y el presidente de la Conferencia Episcopal. Y esta pasada semana ha tenido lugar un encuentro sobre "La Iglesia en la sociedad democrática", organizado por la Fundación Pablo VI y allí han estado junto a representantes de la Iglesia, miembros del PSOE como la ministra Isabel Celáa, la presidenta del Consejo de Estado, María Teresa Fernández de la Vega, Alfredo Pérez Rubalcaba y políticos de otras ideologías como Pablo Casado o Rodolfo Martín Villa. Obispos, seglares y políticos hablando del papel de la Iglesia en la transición y en la actualidad. Sin problemas, con altura de reflexiones.
La Iglesia tiene que poner en valor su papel en la transición; el hecho indiscutible de que la escuela concertada ha sido fundamental para la libertad de educación en España -"el problema de la escuela pública no es la concertada, dijo Rubalcaba sino la calidad de su enseñanza"; su imprescindible acción social sin la que la crisis hubiera sido mucho peor para millones de españoles; su aportación al patrimonio cultural de España cuidando y poniendo al alcance de los ciudadanos miles de monumentos; y la exigencia de apoyos para actuar y explicar el hecho religioso en la escuela -en igualdad con otras religiones, pero con millones de fieles más- para hacer real el mandato constitucional de la libertad religiosa en un Estado laico, pero no antirreligioso. Hay que hablar más, hay que estar más presente en la sociedad en el debate de los valores y de las responsabilidades. Sin privilegios y sin renuncias. Para escuchar cosas que no nos gustarán y paras explicar nuestras razones. No hay nada que perder.