MADRID 31 Ago. (OTR/PRESS) -
Feijóo y Sánchez no tienen nada de qué hablar aunque el diálogo entre ellos sea fundamental para el bien común y para el conjunto de los ciudadanos. El presidente del Partido Popular ha hecho una oferta al secretario general del PSOE, una legislatura corta, seis pactos de Estado y elecciones en dos años, y éste ha enviado a Pilar Alegría a contestarle públicamente. Todo un gesto que indica el desprecio de Sánchez a Feijóo. No hay ninguna sintonía entre ellos y si la investidura del líder popular fracasa, como es más que previsible, Sánchez volverá a ser presidente aunque para ello tenga que retorcer la ley y borrar los delitos del procés, amnistiar a quienes intentaron dar un golpe de Estado y aceptar la propuesta de un referéndum, todos ellos asuntos anticonstitucionales.
Eso, además de otras cuestiones que ahondan en la desigualdad entre españoles ante la justicia y ante otras derechos básicos, como la financiación de las comunidades autónomas y el diferente trato a los ciudadanos según donde vivan. Madrid, por ejemplo, aporta el triple de recursos que Cataluña al sistema de financiación regional y, sin embargo, Cataluña puede ser premiada no solo frente a Madrid sino frente a las comunidades con menores recursos y servicios. Y ello, a pesar de que con los gobiernos independentistas, Cataluña ha perdido el liderazgo empresarial, ha reducido las inversiones extranjeras y se ha descapitalizado con la huida de empresas y la falta de profesionales que quieran ir a trabajar allí. Y con más de la mitad de la población sometida a los caprichos de la otra mitad.
Hace unos días, el jurista Luis María Cazorla se refería al "rampante desprecio al derecho" que lleva tiempo instalado entre nosotros, pero que amenaza con más fuerza ahora. El PSOE apuesta por la desjudicialización de la política para avanzar en las cesiones que le exigen los independentistas, pero, tras un claro revolcón en el Supremo, acude al Constitucional, terreno "más propicio", para que se revisen los votos nulos en Madrid que le pueden proporcionar un escaño clave.
El ex ministro socialista Virgilio Zapatero ha dicho que "la salud democrática tiene sobre todo un enemigo declarado que es el secesionismo" y son cada vez más los que están convencidos de que la izquierda y los nacionalistas, tanto en Cataluña como en el País Vasco, se proponen deconstruir el sistema de 1978, es decir, arrancar a Pedro Sánchez un compromiso para una transformación que acabe con la Constitución. Y el Partido Socialista aplaude.
"Hay que quitarse el miedo, el Congreso de los Diputados debe parecerse más la España real", ha dicho la nueva presidenta de esta institución, Francina Armengol. Así debería ser. La España real es la que ha votado mayoritariamente por partidos de centro derecha y de centro izquierda y en la que los independentistas, apenas representan un 6 por ciento del total. "Si las urnas permiten un Gobierno centrado, ¿por qué ir a uno radical?" ha dicho también Virgilio Zapatero, nada sospecho de votar a Vox.
Es evidente que Pedro Sánchez ya ha hecho su apuesta, rechazando cualquier acuerdo con el PP, lo que sumaría una mayoría abrumadora de ciudadanos y evitaría cualquier chantaje. Está dispuesto a aceptar lo que le pidan, a desjudicializar la política cuando le interese y a judicializarla cuando le convenga, a seguir rebajando los niveles de calidad legislativa y a lo que sea preciso para seguir en el poder. Y sus socios conocen mejor que nadie su debilidad.
"El verano acabó, el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno", cantaba Sabina. En la política española creo que vamos a pasar del verano al crudo invierno, saltándonos el otoño de una investidura fallida.