MADRID 30 Jul. (OTR/PRESS) -
El bipartidismo --si se quiere imperfecto-- funcionó durante muchos años razonablemente bien en España, hasta que cayó en desgracia y fue asociado con muchos de los males del país, entre ellos la recesión y la corrupción.
La crisis de este sistema basado en la existencia de dos grandes partidos políticos que son los únicos con posibilidades reales de ocupar el poder mermó la representación del PSOE y del PP, pero tampoco llegó al extremo de cambiar el curso del Amazonas.
A pesar de todos los pesares, en España no se produjeron cambios ni sobresaltos equiparables a los de países como Grecia o Italia, todavía más inestables.
Ahora, el bipartidismo da muestras de recuperar posiciones, sin que los nuevos partidos --Podemos y Ciudadanos-- sean opciones reales de alternancia; a lo sumo, compañeros de viaje. Es más, la influyente revista 'The Economist' sugiere esta misma semana que los socialistas y Ciudadanos tienen "los elementos de una futura coalición reformista". Nada que no intentasen, por cierto, Pedro Sánchez y Albert Rivera al comienzo de esta legislatura.
Desde la otra orilla, el flamante presidente del PP también está debatiendo este tema con sus bases y no oculta su aspiración a volver a un modelo bipartidista en el que el PSOE y el PP garanticen la alternancia y la estabilidad política en España, sin necesidad de más legislaturas como ésta.
Tal vez sea pronto para ser concluyente sobre la vuelta del bipartidismo pero es evidente que ya no lo es para constatar que el debate está abierto, sin que a los partidos emergentes les dé la risa. Más bien les causa preocupación porque saben que el PSOE cotiza al alza y que el PP ya ha iniciado la superación de la etapa decadente de Rajoy, quien encadenó la mayoría absoluta de su primera legislatura con una moción de censura en su segundo mandato, sostenido hasta entonces por una precaria mayoría parlamentaria.
La falta de apoyos de quienes respaldaron a Pedro Sánchez en la moción de censura para sacar adelante iniciativas como el objetivo del déficit, lejos de penalizar al PSOE, podría restarle votos a Podemos y otras fuerzas minoritarias, entre ellas Izquierda Unida. España da muestras de necesitar más tiempo para adentrarse en la cultura de las coaliciones. El bipartidismo sigue lejos de ser lo que fue pero algo se está moviendo a su favor.