MADRID 10 Dic. (OTR/PRESS) -
Yo no sé que pensaran ustedes pero a mí me parece una grave irresponsabilidad la manera con que el ministro Montoro está gestionando la Agencia Tributaria, por eso me parece de lo más oportuno que la oposición, en este caso el PSOE ha tomado la delantera, solicitando la comparecencia del ministro en el Parlamento.
Hasta hace poco los españolitos de a pie pensábamos que Hacienda éramos todos, pero ahora sabemos que unos lo son más que otros si nos atenemos a algunas de las cosas que han pasado en estos dos últimos años en la Agencia Tributaria y a las declaraciones de algunos de los representantes de quienes trabajan allí.
Que en dos años se hayan producido trescientos ceses es algo que el ministro debe de explicar, lo mismo que tiene que explicar el por qué la inspectora que quería multar a la empresa Cemex con 450 millones de euros ha tenido que dejar su puesto, y ya puestos tendrá también que explicar la dimisión de los responsables de la Oficina Nacional de Investigación del Fraude o la del Director de la Inspección, por no hablar de los últimos relevos de los responsables de la Agencia Tributaria en Galicia, Cantabria y Castilla y León. También tendrá que explicar el ministro Montoro esa especie de acusación de que la Agencia Tributaria esta llena de "socialistas", como si el hecho de ser socialista fuera poco menos que pecado mortal.
Lo que, insisto, me parece una grave irresponsabilidad es que en estos momentos el prestigio de la Agencia Tributaria esté en entredicho y sobre todo que haya tantos y tantos ciudadanos convencidos de que solo los poderosos se salvan del escrutinio de Hacienda. El caso de la Infanta Cristina es un ejemplo de esa perdida de confianza en la Agencia Tributaria. Pero no solo. El caso Cemex tiene que explicarse también.
En estos dos años los ciudadanos hemos sufrido que nos hayan subido los impuestos, nos rebajaran los sueldos, se congelaran las pensiones, y el Estado del bienestar se haya comenzado a desmantelar. Pero aún así, en medio de todo este temporal, manteníamos la confianza en que Hacienda no se casaba con nadie, por más que nos hubiese gustado que el ministro Montoro hubiera, por ejemplo, decidido subir la presión fiscal a las Sicav. Pero ahora resulta que en la Agencia Tributaria las cosas no son como parecían y que al decir de algunos destacados responsables de la Agencia Tributaria, el poder político ha estado demasiado presente en el trabajo de esta entidad.
En un momento en que las encuestas apuntan a la baja credibilidad de los partidos, en que los ciudadanos están hartos de asistir a un sinfín de casos de corrupción, en que hay quienes desde Cataluña aseguran que no pararán hasta conseguir la independencia, en fin, en un momento en que amén de la crisis económica hay una crisis política, lo único que faltaba era que la Agencia Tributaria sufra una crisis interna a cuenta de la gestión de quienes ostentan la máxima responsabilidad.
Sí, Montoro tiene que explicarse, pero sobre todo tiene que convencer y si no lo hace, entonces su permanencia en el cargo lastrará aún más a la Agencia Tributaria, porque los ciudadanos desconfiarán de que efectivamente Hacienda somos todos.