Publicado 21/03/2025 08:00

Julia Navarro.- 74 latigazos

MADRID 21 Mar. (OTR/PRESS) -

Soheila Golestani es actriz y directora de cine. Y su último trabajo como actriz para la gran pantalla ha sido "La semilla de la higuera sagrada", bajo la dirección de Mohammed Rasoulof, nominada para el Oscar a la mejor película extranjera. Incomprensiblemente no obtuvo la estatuilla.

A Soheila Golestani trabajar en esa película le ha acarreado una condena de 74 latigazos por parte del régimen de los ayatolas. Sí, 74 latigazos.

La película transcurre en Irán, en el otoño de 2020, donde como viene sucediendo en los últimos años, muchas mujeres, jugándose la vida, desafían al régimen con gestos como no cubrirse la totalidad del cabello con el hiyab. El protagonista es un padre de familia, juez para más detalle, que ve como su mujer y dos hijas empiezan sortear normas que hasta entonces parecían talladas en piedra. Es decir, es el retrato de una familia, como tantas otras, en las que empiezan a aflorar contradicciones.

Para quienes les interese, sepan que a Soheila Golestani también se le ha prohibido salir de su país. Por su parte, el director de la película Mohammad Rasoulof, que pasó por las cárceles de los ayatolas pudo escapar de Irán.

Me pregunto qué pensarán los alegres adolescentes del Sindicato de Estudiantes de esa condena a 74 latigazos que tiene como destinataria a Soheila.

Y me lo pregunto porque hace unos días me sorprendió que los miembros de ese sindicato organizaron una protesta, que resultó numerosa, para defender el uso del hiyab en las aulas, plantando cara a la propuesta de dos profesoras, una de Cataluña, la otra de Galicia, que cuestionan que se utilice esta prenda en los espacios públicos educativos.

A estos jóvenes no les he escuchado ni una sola palabra de protesta contra esos 74 latigazos, ni tampoco decir ni "mu" ante las continuas detenciones, torturas y asesinatos de mujeres iraníes que se atreven a desafiar las normas contra las mujeres impuestas por los ayatolas. Normas que violan los más elementales derechos humanos.

¿A qué intereses obedecen estos jóvenes de ese sindicato?

Cuando uno es joven, en ocasiones, abraza causas sobre las que puede carecer de suficiente información. Quizá estos jóvenes arrojados deberían de escuchar a las feministas que vienen o viven en países islámicos. Quizá no les vendría mal saber que el hiyab supone un elemento de sumisión, que nada tiene que ver con la religión. Quizá deberían interpelarse ellos mismos y responderse si de verdad se creen que explicar que el hiyab es un elemento de sumisión a los hombres, tiene algo que ver con el racismo. Porque estos jóvenes enarbolaron pancartas defendiendo el hiyab al grito de "No al racismo". Acaso no terminan de entender qué es el racismo y qué es el hiyab.

Quiero creer que no pueden avalar los 74 latigazos a Soheila Golestani. Y, quizá, deberían plantearse que si ellos tuvieran que vivir en Irán u otros países similares, se verían obligados a vestimentas y comportamientos que no son los que usan aquí y ahora. Y les pregunto: ¿Les parecería bien que si sus compañeras de clase, si de repente se negaran a llevar el hiyab o simplemente a dejar que se pudiera entrever algo de su cabello, las detuvieran, torturaran y sufrieran una larga condena?

La ignorancia es algo que se puede corregir con el paso de los años, de manera que el problema no son estos jóvenes que, quiero creer, cargados de buena voluntad, defienden lo indefendible, el problema, son quienes agitan sus mentes, quienes les manipulan defendiendo los intereses de Irán.

Contador