Actualizado 27/03/2012 14:00

Julia Navarro.- Escaño Cero.- El PP tiene un problema.

MADRID 27 Mar. (OTR/PRESS) -

La primera conclusión de los resultados de las elecciones autonómicas en Andalucía y Asturias es que el PSOE continúa siendo un partido potente. La segunda conclusión es que el PP tiene un problema en Andalucía. Dos conclusiones sin perder de vista un hecho sustancial y preocupante: la elevada abstención en las dos comunidades. ¡Ah! y tampoco hay que olvidar que los sondeos de opinión han patinado en sus previsiones.

Pero vayamos por partes. El PP ha obtenido una amarga victoria en Andalucía, tan amarga que su resultado en las urnas solo se puede leer en clave de fracaso. Los populares tendrán que hacer una reflexión sincera sobre los motivos de este fracaso.

En mi opinión en Andalucía hay una mayoría social de izquierdas, y eso es lo que se viene reflejando, elección tras elección, en las urnas. Sin embargo, en las últimas elecciones generales el PP ganó en Andalucía y antes lo había hecho en las municipales, de lo que se deduce que el voto no es tan inamovible como parece. Pero lo que sí es evidente es que el PP viene equivocándose empeñándose en Javier Arenas como candidato. Y es que esta es la cuarta ocasión en que Arenas fracasa, y quizá haya llegado la hora de que los populares se pregunten por qué su eterno candidato no logra convencer. De las elecciones generales a las autonómicas el PP ha perdido más de cuatrocientos mil votos. Es decir, los andaluces que votaron mayoritariamente a Mariano Rajoy no han querido votar a Javier Arenas. Parte de la abstención, de la gran abstención, se ha debido a que muchos de los electores del PP se han quedado en casa.

Pero el fracaso no solo hay que apuntárselo a Javier Arenas, porque sin duda también ha pesado en el ánimo de los electores las decisiones del Gobierno de la Nación. La reforma laboral, la subida de impuestos, los recortes sociales, no son compartidos por un sector del electorado, no solo por la izquierda, sino por sectores centristas y moderados que están sufriendo las consecuencias de las reformas del Gobierno del PP.

Poco más de cien días después de gobernar, Mariano Rajoy se enfrenta a la primera evidencia de la contestación de sus políticas por parte de los ciudadanos.

En cuanto al PSOE ha perdido nueve escaños y más de cien mil votos respecto a las generales, pero han aguantado el tipo y habida cuenta del éxito de IU en las urnas con 12 escaños, José Antonio Griñán podrá seguir gobernando. Naturalmente, PSOE e IU se tendrán que sentar a negociar un programa de gobierno, y aunque hay voces desde dentro de IU contrarias a apoyar a los socialistas, cuesta creer que la dirección de la coalición vaya a abrir la puerta a un Gobierno del PP. De manera que Griñán se ha salvado, y ahora podrá hacer y deshacer en el PSOE andaluz a su antojo.

Y de Andalucía a Asturias. El PSOE ha vuelto a ganar las elecciones en el Principado aunque, salvo que a última hora el voto de los emigrantes cambien el resultado, será el centro-derecha quien gobierne.

Francisco Álvarez Cascos no ha obtenido un buen resultado y, además, ha metido a su comunidad en un problema convocando unas elecciones que lo único que han servido es para gastar dinero de los contribuyentes. En cuanto al PP, ahora no tendrá más remedio que apoyar a Cascos, además el resultado de los populares en las urnas tampoco ha sido el que esperaban. Es decir, que el PP ha fracasado por partida doble, en Andalucía, aún ganando tres escaños, y en Asturias donde se han quedado como estaban.

Así las cosas, los resultados electorales han dado un balón de oxigeno al PSOE, y sobre todo suponen que en nuestro país haya contrapoderes. Si el PP llega a ganar también en Andalucía el mapa de España habría sido definitivamente azul.

Ese balón de oxígeno no solo le servirá al PSOE en general y a Griñán en particular, sino que al mismísimo Alfredo Pérez Rubalcaba le va a ayudar a asentar el liderazgo que ejerce sobre su centenario partido. De la misma manera que este resultado electoral deberá de llevar al ánimo de Mariano Rajoy de que en política la última palabra nunca está escrita y donde hoy todo es miel mañana puede ser hiel. Los ciudadanos han hablado a través de las urnas, es de esperar que los políticos tomen buena nota.