MADRID 17 Sep. (OTR/PRESS) -
La encuestas son contundentes: al PP le desgasta y mucho la controvertida reforma de la ley del aborto de Alberto Ruiz Gallardn.
Tanto que a pesar del empecinamiento del ministro los estrategas electorales del PP vienen recomendando que se guarde bajo siete llaves la reforma de la ley. Y en eso están. Así que cuando se pregunta a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría qué hay de la ley del aborto responde con un nada comprometido "no hay nada nuevo". La diferencia es que cuando ahora se hace esa misma pregunta al ministro de Justicia, Ruiz Gallardón, empieza a no mostrarse rotundo como antaño, y ni dice que sí ni que no sino todo lo contrario sobre el futuro de la ley. De lo que podemos deducir que en esta legislatura es más que previsible que la ley del aborto no salga adelante y que incluso termine congelada para siempre. Ya saben, las encuestas mandan.
Lo cierto es que si en su día José Luis Rodríguez Zapatero se saltó el consenso que había sobre la ley de despenalización del aborto para elaborar una nueva que incluso fue criticada por algunos sectores de su partido, Ruiz Gallardon decidió rizar el rizo y elaborar a su vez una nueva dando marcha atrás no solo sobre la ley Zapatero si no sobre la anterior sobre la que si había habido un cierto consenso.
De cuando en cuando hago esta pregunta en voz alta: ¿Cómo es posible que un político como Alberto Ruiz Gallardón que durante años dio muestras de tener mano izquierda y talante conciliador se haya metido en tantos charcos?
La respuesta fácil siempre es la misma, que a lo mejor es que no era lo que parecía.
Lo cierto es que hay un abismo entre el Ruiz Gallardón que ejerció como Presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid y como alcalde de la ciudad al Ruiz Gallardón ministro. Unos dicen que ha sufrido el mal del altura, otros que se ha querido congraciar con la derecha más extrema de su partido, pero sea cual sea la verdadera respuesta lo que sorprende es que alguien inteligente y con olfato, como demostró en el pasado que tenía se haya venido empecinando por reformar una ley que ha puesto en pie de guerra a una parte importante de la sociedad.
Verán, en mi opinión hay leyes que se deben de aprobar con un amplio consenso. Y ésta es una de ellas. Gallardón debería haber optado por esperar a la sentencia del Tribunal Constitucional y no hacer la guerra por su cuenta.
Que su ley termine en la nevera para él es un fracaso político por más que lo envuelvan en celofán. Eso sí, el Gobierno hace bien en rectificar aunque oficialmente no diga ni que si ni que no sino todo lo contrario.