Publicado 25/12/2024 08:00

Julia Navarro.- ¡Feliz Navidad!

MADRID 25 Dic. (OTR/PRESS) -

Si, ya sé que la Navidad tiene tantos detractores como partidarios, pero yo estoy entre los partidarios de manera que no me resisto a dejar de felicitar la Navidad. Pero sobre todo a pedir a los que no les gusta la Navidad que no nos den la lata con sus recurrentes prejuicios y tópicos sobre esos supuestos "cuñados" que son zotes, sin ningún criterio, mete patas, y al parecer todos de la "derechona".

Son días en los que, en algún momento, casi todos sentimos un nudo en la garganta al recordar a los ausentes. En mi caso me sigue doliendo la ausencia de mi madre, de mis abuelos, de mis tíos y algunas de mis tías, de mi prima más querida...

De esas ausencias no te recobras nunca pero aún así prefiero buscar un sentido a la Navidad, que para mi, no es una fiesta comercial, sino que tiene un significado más profundo porque su celebración se hunde en las raíces cristianas que, guste o no guste, han marcado la historia de Europa.

De manera que, más allá de que para algunos la Navidad tenga un significado religioso, creo que para la inmensa mayoría forma parte del imaginario y de la cultura europea

Pero volviendo a los detractores de la Navidad, lo único que me molesta es que despotriquen pero al mismo tiempo no dejen de participar en la parte lúdica de las mismas. Vamos, que no creo que haya quién reclame trabajar ese día y a ser posible más horas, para de esa manera no asomarse a la Navidad. De manera que podrían dejarnos en paz, y librarnos de sus discursos anti Navidad. Lo tienen fácil: que no la celebren. No es obligatorio. Pero por favor dejen de "dar" doctrina sobre sus prejuicios navideños.

Yo me sobrepongo a la tristeza por las ausencias de quienes ya no están en esta vida, gracias al resto de la familia. Nuestros hijos, los sobrinos, nietos, primos, amigos y sobre todo los pequeños de la familia que con su inocencia y alegría son capaces de borrar cualquier atisbo de tristeza.

Solo hay que salir a la calle y contemplar el rostro repleto de entusiasmo de los niños para congratularse con la Navidad, para sentir una oleada de serenidad, para dejarse llevar por la ilusión de sus miradas.

Si, ya sé que son días en los que el barullo en las calles, el casi no poder circular, los ruidos, etc, etc, etc, puede resultar entre molestos y desesperantes, pero me sorprende que muchos de quienes se quejan del gentío luego sean capaces de hacer una inmersión en cualquier fiesta popular sin que les afecte ni los ruidos no los apretujones. De lo que deduzco que el problema no es el gentío sino las cicatrices en el alma provocadas por los ausentes. Aun así, un año más me permito desearles ¡FELIZ NAVIDAD!

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