MADRID 12 Jul. (OTR/PRESS) -
Pasan los días y, dado el resultado de las elecciones en Francia, parece que todo ha cambiado, pero en realidad lo que estamos percibiendo es la espuma de la superficie.
Si bien el Frente Nacional no ha ganado las elecciones por goleada como auguraban las encuestas (¡ay las encuestas!), los 143 escaños obtenidos no es una cifra menor. Como tampoco lo son los 168 escaños obtenidos por Ensemble, el partido del Presidente Macron. En realidad, Emmanuel Macron ha obtenido un buen resultado habida cuenta del desgaste sufrido después de sus años de gobierno y del órdago de la convocatoria de elecciones.
Lo que no deberíamos de pasar por alto es que, en el triunfo de los 182 escaños de la izquierda, no es oro todo lo que reluce, ya que el partido de Jean Luc Mélenchon ha obtenido 79 escaños y el Partido socialista 68. Vamos, que ninguno de los dos está para tirar cohetes, otra cosa es que el Nuevo Frente Popular pueda tener un protagonismo importante en la política francesa.
Sin duda, Emmanuel Macron va a tener que hacer malabares para "cuadrar el círculo", es decir, poder seguir haciendo una política "centrista", puesto que tendrá que entenderse con las fuerzas de izquierda, y sobre todo, sintiendo en la nuca el aliento de Jean Luc Mélenchon. El líder de la Francia Insumisa no va a prestar sus votos gratis y los hará valer.
La cuestión es si Macron podrá entenderse en el día a día con el partido de Melenchon, puesto que sus programas políticos no pueden estar más alejados. Tampoco se puede obviar que, si bien hay muchos franceses que abominan de la extrema derecha, también los hay que temen a la extrema izquierda. De manera que se abre una etapa de incertidumbre, donde están por ver los resultados de la victoria pírrica de Macron y el Nuevo Frente Popular.
Los ciudadanos franceses tienen que digerir los resultados y sus consecuencias para el futuro inmediato. En realidad, ahora, Francia se tiene que buscar a sí misma.