Publicado 02/10/2024 08:00

Julia Navarro.- La historia es la que es

MADRID 2 Oct. (OTR/PRESS) -

Méjico ha estrenado Presidenta con la presencia de numerosos representantes de distintos países y la ausencia de una delegación oficial de España. Y esta circunstancia me lleva a repetir que la Historia hay que dejarla en manos de los historiadores y no de los políticos, porque estos la reinterpretan de acuerdo a sus intereses.

Como en los últimos años, he visitado Méjico en distintas ocasiones, he de confesar que "escuchar" en televisión los discursos interminables del ya ex presidente saliente, el señor López Obrador, me producía perplejidad.

Y es que mucho de lo que de decía no era otra cosa que demagogia de andar por casa para ocultar sus fracasos como gobernante.

Porque el Méjico que encontró López Obrador, y el que ahora deja en manos de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, es un país en el que, durante el mandato del presidente saliente, se han perpetrado más de 186.380 asesinatos, los feminicidios siguen estando a la orden del día, así como la espeluznante cifra de desaparecidos que ronda los cien mil. A todo esto hay que añadir que son más de cincuenta millones de ciudadanos sin acceso a la sanidad pública, y aunque todos los analistas coinciden en que se han reducido los índices de pobreza, aún hay más de 46 millones de pobres. Sin olvidar que los "cárteles" de la droga siguen siendo poderosos y están imbricados dentro de la propia Administración.

Sí, está es la "herencia" de López Obrador que, como hacen algunos gobernantes cuando son incapaces de arreglar los problemas de su país, busca un enemigo exterior para distraer a sus conciudadanos y que estos no fijen su atención en su mal gobierno.

Fue en septiembre de 1821 cuando Méjico se "separo" de España, o sea que tiempo han tenido sus gobernantes para hacer de su país un lugar mejor que cuando lo gobernaban los españoles. Pero lo cierto es que no ha sido así, o al menos no del todo. Y si no que se lo pregunten a esos siete millones de indígenas a los que López Obrador prometió tanto pero por los que hizo poco, por más que hace unos días se anunció una reforma para reconocerles como "sujetos de derecho" en la Constitución méjicana a la que ahora proclaman como "nación multiétnica". No me extraña el escepticismo mostrado por los representantes de las comunidades indígenas, acostumbrados como están a que las distintas clases dirigentes que han venido gobernando el país, jamás les haya tenido en cuenta y hayan sido partícipes, por acción u omisión, del expolio de sus recursos naturales.

No, los pueblos indígenas no han sido ciudadanos de "primera" como lo ha sido el señor López Obrador y lo es la presidenta Sheinbaum, así como tantos otros gobernantes méjicanos desde la independencia del país hasta hoy.

Quizá habría que recordarle al señor López Obrador y a su sucesora en el cargo, la presidenta Sheinbaum, que no les vendría mal repasar algunos libros de Historia y así refrescar la memoria de que Méjico nunca fue una "colonia" sino un virreinato y que en las Nuevas Leyes de 1542 se reconocía a las comunidades indígenas como súbditos libres de la Corona Española.

¿Qué hubo abusos y brutalidad por parte de muchos de los españoles que desembarcaron en las Indias? Sí, a qué negarlo. Hubo muchos desalmados entre quienes se embarcaron hacia América en busca de fortuna y esclavizaron a los indígenas, a pesar de que ya en 1503 la reina Isabel firmó una Real Provisión contra los excesos que pudieran cometer los españoles y, aunque hubo algunos clérigos, como el dominico Antonio Montesinos o Fray Bartolomé de las Casas, que defendieron los derechos de los pueblos indígenas y acusaron de abusos y crueldad a muchos de los españoles que fueron a buscar fortuna a las Indias.

Es decir, no permanecieron con la boca cerrada ante esa violación de los derechos de los indígenas. Tampoco olvidemos el edicto de 1530 firmado por Carlos I de España de prohibir toda forma de esclavitud. Pero una cosa son las leyes y otra que los hombres a los que van destinadas las cumplan y es innegable que por parte de muchos de los que viajaron a hacer Las Américas, ejercieron violencia sobre los pueblos indígenas. Negarlo sería caer en la falsedad. La avaricia y la crueldad son parte de lo peor de la condición humana. De manera que el comportamiento de muchos de aquellos españoles fue sin duda deleznable.

Pero todo esto no quita que, el señor López Obrador haya intentado tapar sus fracasos como gobernante, echando la culpa a Hernán Cortes. Quizá debería de repasar la Historia, no, no la que cuentan los historiadores españoles, que también, sino la que han escrito grandes historiadores mejicanos. Es de suponer que el señor López Obrador conoce bien que, en realidad el fin del imperio azteca fue obra de otros pueblos indígenas que estaban hartos del "imperialismo" de los mexicas, que no eran precisamente ángeles y además tenían costumbres de lo más estremecedoras, como el canibalismo.

O acaso el señor López Obrador, nieto de españoles, no estuvo atento a lo que le enseñaron en la escuela. Por cierto, que la Leyenda Negra, esa que abrazan con tanto entusiasmo no solo el señor López Obrador sino incluso algunos políticos españoles, a los que tampoco les vendría mal repasar la Historia, fue fruto de la venganza de aquel nefasto personaje Antonio Pérez, secretario de Felipe II, un tipo de cuidado, un traidor al Rey y a España, y al que no le tembló la vergüenza de dar munición a Inglaterra, Francia y los Países Bajos, que defendían sus propios intereses geopolíticos que pasaban por intentar obtener su trozo de tarta en el nuevo continente. Les recomiendo leer "La leyenda Negra" un excelente libro firmado por un gran intelectual, Josep Pérez.

O repasar lgunas de los discursos y escritos del Premio Nobel mejicano Octavio Paz como aquel en que dejó dicho: "De aquella conquista, nacimos todos nosotros, ya no aztecas, ya no españoles, sino indohispanos americanos, mestizo. Somos lo que somos porque Hernán Cortes, para bien y para mal, hizo lo que hizo".

En cuanto a pedir responsabilidades al rey de España, Felipe VI, instándole a que pida perdón, es solo una muestra de la vacuidad intelectual del ex presidente López Obrador. Y los políticos españoles (españoles a su pesar) que han cerrado filas con Lopez Obrador y Sehimbaun lo único que demuestran es tambien la misma vacuidad intelectual y su deseo de poner un granito de arena en su objetivo de hacer daño a este viejo país.

Pero volviendo a hoy, aquí y ahora, solo cabe desear que la señora Sheinbaum rectifique en su petición al rey de España de que pida perdón. Al negarse a que don Felipe haya acudido a su toma de posesión no sólo ha pretendido ofenderle, sino que ha ofendido a nuestro país puesto que el Rey es nuestro principal representante. Claro que al señor López Obrador, y a la señora Sheimbaun, hay que decirles que no ofende quién quiere sino quien puede, por más que les aplaudan los Pisarellos, Colaus, Monteros y demás. Pero ya se sabe que de todo hay en la viña de la política. Sobre todo en democracia. Faltaría más.