MADRID 8 Nov. (OTR/PRESS) -
Sí, ya sé que medio mundo anda conmocionado por el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos. Y más conmoción aún sentimos los ciudadanos españoles ante la tragedia de la DANA que se ha cebado en el País Valenciano. Pero en esta ocasión, acaso porque me acabo de bajar de un tren, este artículo va de trenes.
No soy experta en trenes ni en vías, aunque sí soy usuaria de la red de ferrocarriles, no solo de nuestro país. En los últimos meses rara es la semana en la que no me subo a un tren, de manera que, como usuaria, me permito opinar del caos que desde hace tiempo se viene produciendo con los trenes y sus vías. La pregunta es si sólo se debe a la mala gestión de las obras que se están llevando a cabo en la estación de Chamartín de Madrid, o si hay algo más.
Sinceramente no tengo la respuesta a esta pregunta que hago en voz alta, o mejor dicho en "voz" escrita.
Lo fácil es echar "pestes" contra el ministro Óscar Puente, evidentemente el responsable último de cuanto sucede en su negociado que es el transporte, pero eso amén del desahogo de los usuarios irritados, entre los que me encuentro, no sé si es suficiente.
En mi opinión hasta el momento el ministro no ha dado explicaciones creíbles sobre por qué se está originando el caos en las líneas de ferrocarriles que desembocan en Madrid en la estación de Chamartín.
Ignoro quién es el listo, o la lista, y las razones por las que se les ha ocurrido ir desviando a Chamartín los trenes que hasta ahora desembocaban en la madrileña estación de Atocha, situada en el centro de la ciudad.
Una estación como la de Atocha, además de tener solera, es más cómoda para los usuarios y mejor organizada.
La madrileña estación de Chamartín es caótica, incomoda, deslavazada, etc, etc, etc. Y las obras que están llevando a cabo no parece que vayan a servir para hacer de ella una estación mejor.
Sí, confieso que me encantan las vetustas estaciones de las viejas capitales europeas, como las de Praga, Budapest, Viena...
La Estación Central de Praga es una joya del Art Nouveau, la de Kaleti en Budapest es igualmente bella e impresionante... e incluso la impresionante, por enorme, estación de Leipzig, que si no es la más grande de Europa también tiene su aquel, aunque no está entre mis preferidas.
O la estación de París Norte, la de Lyon o las de Hamburgo, Zurich, Amberes, Amsterdam, la de Sirkeci en Estambul, ...incluso la estación Victoria de Londres...
Luego están las modernas que también te dejan con la boca abierta. Por ejemplo la "firmada" por Santiago Calatrava en Nueva York, la World Trade Center Station, también la de Lieja firmada igualmente por Calatrava, o las firmadas por la arquitecta Zaha Hadid, para muestra la estación de Hungerburg, y si viajamos a Rotterdam,la Estación Central.. En fin, hay estaciones de tren bellísimas diseminadas por todo el mundo, algunas, inauguradas hace dos siglos, otras modernas. Y si las comparamos con la estación de Chamartín... bueno, no sé quién es su autor pero más allá de su falta de belleza, su mayor defecto es lo incómoda que resulta.
En fin, que las "vetustas" estaciones europeas funcionan, están en los centros de la ciudades, no han perdido un ápice de su belleza y encanto pero sobre todo, insisto, funcionan.
No sé a quien se le ocurrió medio desmantelar la "estación del Norte" de Madrid, otro ejemplo de una estación en medio de la ciudad. Desde allí viajé por primera vez al extranjero rumbo a París. Siento una pena enorme cuando viajo por España y encuentro en desuso las viejas y bellísimas estaciones en ciudades y pueblos.
Pero no se trata de azuzar la nostalgia sino de reclamar una gestión eficaz de la red de ferrocarriles en España que, dicho con sinceridad, es lisa y llanamente bastante deficiente.
Les confieso que ahora, cada vez que tengo que ir a la estación de Chamartín, lo hago con recelo.
El ministro Puente lo que no debería es ofender la inteligencia de los usuarios asegurando que los trenes nunca han funcionado mejor que ahora. Un poco de humildad, y sentido de la realidad, no le vendrían mal.
Suya es la responsabilidad y debería reconocer errores amén de buscar soluciones. ¡Ah! y ya puesta, me gustaría sugerirle que por favor coloquen bancos en las estaciones, bancos donde poder sentarse mientras esperas. Pero vuelvo al meollo de la cuestión: el espectáculo de viajeros "encerrados" en los vagones durante horas y a oscuras en mitad de una vía, es algo que al ministro le debería quitar el sueño si se desprendiera de su fatuidad y se pusiera en la piel de los "usuarios".
Y no estaría mal que requiriera alguna ayuda para aprender a dominar su agresividad y los improperios con los que pretende excusar una mala gestión, la suya.