MADRID 26 Ago. (OTR/PRESS) -
He escuchado a lo largo de los últimos días el siempre lastimero discurso de los diputados, cuyo sueldo depende de un partido autonómico, con la paciencia del que trata de descubrir si se atisba la más leve huella de una leve y futura metamorfosis. Pues no. Ante el ukase europeo de mantener el déficit, los diputados autistas, centinelas de la soberanía regional, todavía no se han enterado de que en el continente se están preparando los funerales para dar sepultura al hasta ahora llamado estado de bienestar, y ellos permanecen con el ceño fruncido, no sea que se les despoje del poder de marcar los horarios a las tiendas de comestibles. España ha perdido la soberanía económica, pero ellos reclaman la soberanía autonómica, como si vivieran en otro planeta, o el ensimismamiento autista les impidiera entender la triste realidad. Es probable que piensen que Rodríguez Zapatero ha rebajado el sueldo de los funcionarios un 5% o ha aumentado la edad de jubilación a los 67 años, por el sentido de Estado del presidente de Gobierno. No, el presidente del Gobierno lo que no ha perdido es el sentido del ridículo, y, aunque es probable que pase a la historia como el peor presidente de la Democracia, hubiera sido terrible que lo hubiera hecho con la faena de haber logrado que nos sacaran a patadas del euro.
Otrosí, algunos imitadores del PP le hacen ascos a la reforma de la administración provincial, porque como los autistas, también quieren diputaciones provinciales, veguerías, comarcas, mancomunidades, y municipios de la señorita Pepis, "ni un culo sin silla con sueldo", ni un militante sin poder colocar en alguna burocracia ornamental.
Los admirables músicos de la orquesta del Titanic sabían el destino que les esperaba y cumplieron con gallardía su deber. Estos autistas, algún día, se quedarán extrañados de que el agua llegue hasta los camarotes autonómicos y no haya botes para todos.