MADRID 10 Ene. (OTR/PRESS) -
No hace mucho, en un juzgado de Valladolid, una madre y su hija fueron condenadas a un año de cárcel, y siete meses, respectivamente, por llamar maricón a un vecino homosexual.
Al final de la primavera de 2023, en Valencia, tres aficionados al fútbol fueron condenados a ocho meses de cárcel por llamar "negro de mierda" a un jugador Del Real Madrid, de raza negra.
Estas penas están configuradas por delitos de odio, y no tengo nada que alegar en contra.
Sin embargo, si la cabeza de Jesús, ataviado con la túnica blanca que lleva bordado el corazón de Jesús, es sustituida por una cabeza de vaca, se considera que forma parte de la libertad de expresión y, según oí en una tertulia radiofónica, esto se debe a la falta de sentido del humor que tienen los católicos.
Durante el año pasado, según aporta datos la presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) Consuelo Ordóñez, en España se celebraron 421 actos de homenaje y exaltación a los asesinos de ETA. Es decir, todos los días del año se han celebrado en España actos de odio a las víctimas, sin que el delegado o subdelegado del Gobierno pusiera ninguna pega, y además, con presencia oficial de ayuntamientos y partidos políticos.
Debe ser que las víctimas del terrorismo no tienen sentido del humor. Te matan a tu padre por ser policía, luego ves que el asesino de tu padre es vitoreado en su pueblo, y, claro, ya no tienes ganas de reírte, aunque observes que se están riendo de ti, de tu madre, y de toda tu familia.
Imaginemos que un partido político, brillantemente heterosexual, organizara durante un año, no 421 actos, ni 300, ni 100, sino un par de reuniones públicas, donde se exaltara la heterosexualidad, y se criticara ácidamente a quienes son homosexuales, denominándoles maricones. ¿Se imaginan el escándalo social?
Este desequilibrio de penas y castigos, donde llamar negro a un negro se sanciona si se hace de manera despectiva, y el término maricón aplicado a un homosexual se considera un delito de odio, y, sin embargo, el Gobierno pacta con un partido político dirigido por un torturador, que secuestró seres humanos, y permite que los asesinos de una banda terrorista, apoyados por ese partido, reciban homenajes, es una asimetría, un desequilibrio tan absoluto y descomunal que, si yo fuera padre de un asesinado, comenzaría a escribir una lista de los hijos de puta que permiten tan escandaloso atropello.