MADRID 26 Nov. (OTR/PRESS) -
No me lo podía creer. A medida que aquél amigo de un amigo, que me acababan de presentar, me contaba los detalles de lo que sucedía en su ciudad, que es capital de provincia, aumentaba mi asombro: resulta que la mujer del alcalde de la ciudad acudía varios días a la semana a la alcaldía, y le habían reservado un pequeño cuarto que convirtió en su despacho. Hasta aquí, un poco raro e infrecuente, pero si el alcalde necesita ayuda, nada mejor que su esposa.
Sin embargo, mi amigo añadió que también usaba a una de las secretarias del alcalde para dictarle cartas de recomendación, que enviaba con el logo de la alcaldía. Asimismo, aunque no había terminado los estudios de Magisterio, llamó, a través de las secretarias del alcalde, al director del colegio privado más importante de la ciudad, y éste acudió a la alcaldía. Allí le explicó que quería dirigir un curso extraordinario para los alumnos de bachiller, con el fin de que se familiarizaran con las empresas del exterior, a través de clases que impartirían varios profesores, y que ella los dirigiría.
Cuando el director del colegio, le expuso que no tenía presupuesto para ello, la mujer del alcalde le tranquilizó, y le informó que disponía de patrocinadores. En efecto, la caja de ahorros de la ciudad, y una de las empresas constructoras más importantes, aportaron el dinero suficiente para crear un software necesario para la metodología del curso. Luego, el software -que en principio iba a quedarse en el colegio privado- lo usó la mujer del alcalde para sus actividades comerciales, a raíz del escándalo que se extendió por la ciudad. Y es que, algunos padres del colegio privado habían descubierto que la profesora que dirigía a los profesores ni siquiera era profesora. Y, claro, es que los padres habían pagado la matrícula para sus hijos, porque el cursillo no era gratis.
Me imagino que la ciudad estará tan alarmada que el alcalde ni podrá salir a la calle. Bueno, sí, hay algo de barullo. Y le insultan, pero el alcalde nos ha tranquilizado, y nos ha explicado que todos los que protestan son fascistas.
Eso, naturalmente, me dejó mucho más tranquilo.