Publicado 21/09/2013 12:00

Pedro Calvo Hernando.- Ideas que no se me van de la cabeza

MADRID 21 Sep. (OTR/PRESS) -

No se me puede ir de la cabeza el drama del destino de Cataluña, esa tierra querida y admirada, esa cultura y ese pueblo por los que me batí mil veces en su defensa y en su elogio, ese pueblo admirable de muchos de mis mejores amigos. Nunca olvidaré el concierto de Raimon de creo que marzo de 1976 en la Ciudad Deportiva del Real Madrid, al que asistí con mi mujer y donde confraternicé con lo más granado de la oposición antifranquista de todos los colores que allí estaba igualmente mostrando su amor a la democracia y su amor al pueblo catalán, para el que preconizaba las más altas cotas de autogobierno dentro del concierto democrático de los pueblos de España. Deseo ahora fervientemente el cumplimiento de aquellos anhelos, dejando de lado las posiciones extremas del centralismo y de la ruptura con España, la España de la que formo parte y que siempre lo hice convencido de que el amor a Cataluña nunca habría de cambiar de posición en el mapa. Lanzo un grito desgarrado a mis amigos de siempre y les pido que no se vayan, que los queremos con nosotros como siempre los quisimos y siempre los querremos.

Tampoco se me va de la cabeza el Papa Francisco, que comenzó hace seis meses su andadura y que no ha dejado de asombrarme desde el primer instante, en aquellas escenas posteriores a su elección por el Cónclave, hasta hoy mismo, con su increíble entrevista en "La Civiltà Cattólica". Muy pocas veces habré coincidido tanto con persona alguna como lo hago con él, en el plano del pensamiento, de los sentimientos, de las vivencias y de los anhelos. Su no a la guerra, de Siria, me ha conmovido y me ha evidenciado que su amor a la humanidad entera, sin distinción alguna de razas, posiciones ni pensamientos, no tiene límites. Buenos Aires nos tenía preparado este inmenso regalo que no sé si nos merecíamos. Jorge Mario Bergoglio es la gran personalidad del siglo XXI, entronca con Juan XXIII y con Martín Luther King, que creíamos que habían muerto para siempre, y que están vivos en el aliento del nuevo Papa. Disculpen. Son ideas que no se me van de la mente en estos días aciagos.