MADRID 4 Feb. (OTR/PRESS) -
Aunque cuesta, parece que se va imponiendo la cordura, y las personas, incluidas muchas de la minoritaria "mayoría social", van viendo que pasar de un antisistema como Rajoy a un antisistema como Iglesias pudiera no ser tan buena idea. Lo de "antisistemas" referido a los líderes del Partido Popular y de Podemos va, como es natural, un poco de coña, pues ambos, cada uno a su manera, son aparatosamente convencionales y radicalmente apegados a las pompas del Sistema: el sillón, los privilegios, el control de los medios, el poder. Las aparentes excentricidades de ser registrador de la propiedad en Santa Pola o llevar coleta no hacen, en realidad, sino acentuar el fondo gris, convencional, de ambos. Sin embargo, si el Sistema fuera una cosa sensata, equilibrada y al servicio del bien común, Rajoy e Iglesias serían, sin duda, unos antisistemas como la copa de un pino.
La cordura, o no sé si la lucidez, se va imponiendo, salvo, como era previsible, en Rajoy y en Iglesias, que en la hora difícil que vive la nación, pero sobre todo aquellos millones de sus nacionales machacados por las políticas y los saqueos del PP, van a hacer todo lo posible por fastidiar e impedir la formación de un gobierno que intente reparar en lo posible los inmensos daños sufridos. Pablo Iglesias, cuya elevada percepción de sí mismo y de sus cualidades rebasa con mucho la percepción general, quiere ser vicepresidente, y controlar el CNI, y la comunicación, y la acción de gobierno, o, de lo contrario, que no cuenten con él, y Mariano Rajoy, lo mismo, sólo que, encima, de presidente, que se ve que piensa que ha dejado un gratísimo recuerdo en los españoles y no les quiere privar de seguir disfrutándolo.
Hasta Sánchez, el encargado de formar gobierno, parece ir encarrilándose por el camino de la sensatez, y principia hablando con Ciudadanos, que se ha tomado muy en serio su papel de facilitador. Habrá de tener cuidado con las contraprestaciones a Rivera, que en el terreno laboral y económico son bastante peperas y pudieran dar al traste con la política reparadora y de justicia social que promete el socialista, aunque entre ese riesgo y la certidumbre de una movida Varoufakis/Tsipras si gobierna con Podemos, la opción se impone por sí misma. Se trata de elegir entre Guatemala y Guatepeor. Pues Guatemala.