MADRID 25 Oct. (OTR/PRESS) -
Rajoy encuentra "razonable" la decisión forzada en el PSOE por los partidarios de la abstención en su investidura. Es natural que Rajoy la encuentre así, pero, a resguardo de que efectivamente pueda serlo, tan "razonable" como ella habría sido, de no mediar tanto forzamiento, la de negar el apoyo socialista a la formación de otro gobierno del PP. Es más; los argumentos de los contrarios a la abstención son, incluso, más razonables que los de los victoriosos afectos a esa alternativa, si bien hay uno entre los que esgrimen, el argumento-madre por llamarlo así, que no es razonable ni creíble: el que resta legitimidad a la decisión por no haber consultado a la militancia. ¿Cuándo consultó como dios manda el PSOE, ni ningún partido, a la militancia? Los partidos en España, cuando sientan sus reales en los predios institucionales y en los aledaños del poder, dejan de ser partidos para convertirse en algo así como agencias de colocación. La militancia, eso que se ha dado en llamar "las bases", pierde entonces todo protagonismo y toda capacidad de decisión, pasando a ser una suerte de ejército de extras, de figurantes... o de solicitantes. Los militantes más idealistas, u honestos, o valiosos, se desalientan, y los que no lo son tanto, conceden en chupar banquillo, pasillos, aguardando su hora, la llamada salvífica del míster. El PSOE, agencia más que partido en las últimas décadas, hace mucho que se olvidó de la militancia, incluido el extinto Sánchez, que recurre ahora a ella después de vacilarla con la peregrina consulta sobre su pacto con Ciudadanos.
Pero no sólo el PSOE, la dirección del PSOE, ha pasado de su militancia: el PP, más todavía. Lo que les gusta a los dirigentes son los votantes, no los militantes exigentes y engorrosos. También Podemos, o la CUP, pasan de ellos, por muchos círculos, debates y asambleas que empleen los líderes, como espejuelos y abalorios de vidrio, para contentarles. Aún recordamos el desopilante empate a 1.515 de las bases de la CUP que entregó la decisión última, como siempre, a los mandamases.
Puede que la abstención sea, en las actuales circunstancias, más razonable que el no sin ambages a Rajoy, o al revés, que éste sea más razonable. Pero que no metan a la militancia, sin vela, en éste entierro.