MADRID 9 Ene. (OTR/PRESS) -
Si el presidente del país más poderoso del mundo y el hombre más rico del mundo se alían, ¿qué razón hay para que no quieran invadir todo o comprarlo todo? Bueno, sí, la razón que se opondría a semejantes pretensiones es, precisamente, la razón, que aplicada al concierto de las naciones establece como elemento primordial el respeto entre ellas y el uso de la diplomacia para mantener vivo ese respeto. Ahora bien; ni Donald Trump ni Elon Musk sienten la menor debilidad por la razón, ni, en consecuencia, por ninguna clase de respeto.
Hace unos meses, el mundo (el mundo razonable, se entiende) temía que a los muchos marrones que sufre se sumara uno particularmente disruptivo que, por serlo, actuaría además como multiplicador de los ya existentes: la victoria, esta vez sin límites y teñida de ardientes deseos de revancha, de Trump. La causa de aquél temor se confirmó, y antes aún de tomar posesión del cargo, ya anuncia su intención de añadir más caos al caos, ora a base de dólares, ora a bombazo limpio. Quiere Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá, y lo quiere ya. Si obtuvo su primer mandato engañando a la gente fácil de engañar, hoy ya no engaña, en puridad, a nadie.
Se especula con la idea de que este Trump casi octogenario de ideas cada vez más locas, se convertirá o se ha convertido ya, por su ligazón con Mister X, en el títere político de éste, en el tipo necesario para abrirle de par en par las puertas de la Administración Norteamericana y las de sus diferentes estancias, la económica, la judicial, la legislativa, la militar, pero esa idea, que no es descabellada, dibuja un panorama todavía peor: Musk es el máximo especialista en ideas locas, más locas que las de su socio, mucho más, y, por locas, más fácilmente aplicables en un mundo enloquecido.
Trump quiso llevar el trumpismo a Europa, y lo consiguió a medias, pero Musk, tan poderoso e influyente como rico por su arma letal X, no ha perdido un segundo en completar la faena a base de empezar a desestabilizar del todo a la ya de suyo algo desestabilizada Europa. Canadá, Groenlandia, Panamá. Trump y Musk. Uno pone el ejército más poderoso del planeta, y el otro, todos los dólares del mundo. Y uno y otro, sin el menor freno político, ni ético, ni estético, ni moral.