Actualizado 26/04/2012 14:00

Rafael Torres.- Al margen.- Educación, de mala a peor.

MADRID 26 Abr. (OTR/PRESS) -

Seis leyes orgánicas estatales y 17 sistemas autonómicos no han conseguido en los últimos 25 años mejorar la Educación en España, pese a pretenderlo teóricamente. La falta de recursos materiales ha estado, no es preciso decirlo, en el origen de ese fracaso, así como la del talento en los caletres de quienes desde sus responsabilidades políticas lo han bruñido, pero ¿qué no ocurrirá de aquí en adelante, con muchos menos recursos todavía y el talento gubernamental justito para seguir escatimándolos? O dicho de otra manera: si cuando había perras y se destinaban unas cuantas a la instrucción pública, ésta era mala con avaricia, ¿cómo será a partir de las brutales mermas que anuncia el gobierno? Lo que no se entiende es que alguien acepte la cartera de Educación, y lo primero que haga sea, en vez de defenderla a muerte, miserabilizarla a conciencia.

La Educación en España, que tradicionalmente nos ha situado, por deficiente, en el furgón de cola de las naciones civilizadas, necesitaba una reforma, pero también más dinero. De tanto usar el gobierno del PP la palabra "reforma", acabará habiendo alguien que se crea que reformar algo es cargárselo, pero lo cierto es que para reformar cualquier cosa, como bien saben aquellos que se meten en el dantesco aquelarre de arreglar el baño o la cocina, se necesita una pasta. Obviamente, el plan de Wert no reforma nada, sino que sustrae recursos, hacina a los escolares, machaca a los docentes, ahonda en la desidia institucional, establece el copago o repago con el aumento de las tasas universitarias, y contribuye poderosamente a establecer esa sociedad de ricos y pobres, de amos y esclavos, de masas ígnaras y élites pijas a la que al parecer aspira el Partido popular.

Lo razonable sería, para sacar a España y a los españoles del actual marasmo, potenciar la Educación, la Instrucción Pública, que es y será siempre un valor personal y nacional seguro, y desde luego más necesario para la prosperidad y el bienestar de la gente que el turismo o la especulación. Las luces alumbrarían el camino que hoy se presenta espantable y lóbrego, pero éstos que han llegado me parece que quieren la linterna para ellos solos.