MADRID 19 Sep. (OTR/PRESS) -
Primera sesión de control al Gobierno en el Congreso y primer enfrentamiento entre Sánchez y Feijoo. El tema: la lucha contra "el fango" que pretende abordar el Ejecutivo con una serie de reformas, entre otras, un mayor control sobre la financiación de los medios de comunicación. El tono, como era previsible después del acuerdo con ERC y la "financiación singular" para Cataluña, sube decibelios y uno y otro se califican de avinagrado o bananero.
Pese a que el plan de regeneración democrática, producto de los días de "meditación" de Sánchez con motivo de la imputación de su mujer, es impreciso y solo se conocen líneas básicas, su aprobación necesitará la modificación de muchas leyes, algunas orgánicas que necesitan mayoría absoluta. Dadas las turbulencias entre los socios de coalición, Podemos y Junts que van por libre (los de Puigdemont han tumbado esta misma semana un proyecto de ley para limitar los alquileres temporales), o el PNV de Pradales, que ya no es tan fiel como acostumbraba.
Incluso José Luis Abalos, que "vota en conciencia" y ha pedido al PSOE así readmisión porque no se han presentado cargos contra él y su expediente de expulsión ha caducado, no garantiza a cambio el sí a todo. Total, sumando apoyos, va a resultar prácticamente imposible sacar adelante muchos de los proyectos del paquete legislativo que tanto ruido ha vuelto a provocar en la sesión de control. Ruido, mucho ruido, es lo que le espera a esta legislatura, donde ni siquiera los presupuestos del 2025 que el Gobierno sigue empeñado en presentar tienen posibilidad de salir adelante. Y eso que la prórroga va a suponer una importante merma de ingresos en las autonomías donde el PP manda.
Sánchez vendió desde la tribuna los buenos datos económicos, e incluso el nombramiento de su exministra Teresa Ribera como comisaría con amplios poderes en Bruselas, al tiempo que llamaba avinagrados a los populares. Feijoo, ante el estupor de los de VOX, aseguró que la reforma democrática no era más una propuesta bananera y que ni Franco se había atrevido a tanto.
Todo muy edificante. Mientras, los enfermos de ELA siguen esperando la aprobación del proyecto de ley que sirva para mejorar la terrible calidad de vida de estos pacientes y sus familiares. En las fases avanzadas de la enfermedad el coste de los cuidados puede llegar a los cuarenta mil euros. Han pasado tres años desde que se empezó a tramitar la norma. Pero esto ¿a quien le importa?