Publicado 29/12/2024 08:01

Victoria Lafora.- Deseos improbables

MADRID 29 Dic. (OTR/PRESS) -

A las puertas de 2025, hacer una lista de deseos, con resultados improbables, es una majadería. Pero todos lo hacemos, igual que tomar las doce uvas sabiendo que no son las de la suerte.

Teniendo en cuenta que el año que acaba, con la interminable guerra de Ucrania, el genocidio en Gaza, la ampliación del conflicto hasta la capital de Yemen, la llegada a La Casa Blanca del dúo Trump/Musk y su deseo de comprar Groenlandia y anexionarse Canada, sólo puede calificarse de terrible, vamos a intentarlo.

El primer deseo sería que llegaran las prometidas ayudas a los afectados de la Dana. Tantas veces relatadas en sucesivas ruedas de prensa y con tantas dificultades de gestión. Por eso, porque la gestión no se les da bien a los políticos con mando, deberíamos ser más exigentes. Por ejemplo, que el grito de "dimision", lanzado contra el presidente valenciano Mazón fuera tan atronador que hiciera reaccionar al PP. El siguiente deseo sería pedir cordura en el Congreso de los Diputados. Que se acabará el ruido. Aunque eso ya lo intentó el Rey en su discurso de Nochebuena y nadie se dio por aludido. Están encantados de haberse conocido, con lo cansados que estamos los demás.

También sería deseable que Feijoo se aclarara: ¿Quiere pactar con Junts o quiere ver a Puigdemont en la cárcel? ¿Quiere el ticket de la comida de Mazón o solo quiere los tickets de los viajes de la mujer de Sánchez? En cuanto al presidente del Gobierno los deseos (exigencias) se multiplican. Por ejemplo, que deje de mirarse al espejo y victimizarse por la "persecución judicial" a su familia. Si tan seguro esta de que todo acabara en nada, que se dedique a sus tareas. Pese a la elocuencia de los logros económicos hay demasiada gente viviendo por debajo del umbral de la pobreza, demasiada que no llega a fin de mes y qué decir del problema de la falta de vivienda. Y, como somos un Estado autonómico, y el PP gobierna en la mayoría de las comunidades, pónganse de acuerdo para reforzar las partidas de la enseñanza pública y la sanidad. Hagan un reparto de los menores hacinados en Canarias y Ceuta. Fuercen a la Unión Europea a ayudar a países como Mauritania, para que la travesía de los cayucos desde sus costas no convierta este pedazo del Atlántico en el mayor cementerio marino del mundo. En fin, son tantos los deseos improbables.

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