BARCELONA, 3 Mar. (Carlos Hergueta/Portaltic) -
Vaya por delante que este artículo va a ser un poco palmero, pero cuando un producto consigue sorprender a estas alturas, y encima viene de una marca que sumaba unos cuantos errores, se ha ganado un poco de exaltación. Es más, la capacidad de sorpresa en el sector de la telefonía móvil brilla tanto por su ausencia de un tiempo a esta parte que da gusto poder transmitir un poco de asombro y admiración. Y el Galaxy S6 Edge no solo es un buen terminal sobre el papel y con unos materiales premium, también es un móvil con un diseño innovador que sorprende y conquista.
Imagino que la gente de Samsung, al presentar sus nuevos buques insignia en los últimos años, estaría ya cansada de escuchar siempre la misma cantinela: "con los materiales que viene usando Apple, Sony o HTC, esperábamos una mejora" o "se han mejorado especificaciones, pero sigue predominando el plástico; algo imperdonable en un móvil de 800 euros" o "la parte de atrás parece una tirita".
Tampoco a los medios de comunicación nos gusta repetir siempre las mismas críticas y andar constamente con un mensaje negativo. Ya con el S4 empezamos a ver que Samsung se quedaba por detrás de la competencia con su buque insignia en cuanto a diseño; y el problema se volvió a repetir con el S5, de tal forma que en calidad de materiales e innovación, el 'flagship' de Samsung estaba a la cola del resto de grandes marcas. Es imperdonable que el mayor fabricante de móviles tuviese un móvil de referencia que pareciese un 'low-cost', pese a que por dentro fuese puntero. Al fin y al cabo, si te compras un Ferrari, seguramente lo quieras con una pintura a tu gusto y tapicería de cuero. Además, se empeñaban en incorporar novedades de 'software', como funciones en la cámara, que eran más una distracción llamativa que una utilidad. En cualquier caso, la canción ya sonaba a disco rayado.
Este año, por fin, después de muchos, muchos meses de críticas, Samsung se ha puesto las pilas en su gama alta. Bueno, ya empezó a ponérselas con Galaxy Alpha y Note 4, pero ahora la tendencia de mejorar el diseño y los materiales ha terminado de madurar en el Mobile World Congress. Por supuesto, nos estamos refiriendo al Galaxy S6 y, muy especialmente, al Galaxy S6 Edge, presentados el domingo en el Mobile World Congress de Barcelona.
El Galaxy S6 normal, el plano o el 'flat' como le he escuchado decir a algún portavoz de la multinacional tecnológica, es un teléfono que, al menos a priori, parece lo que Samsung necesitaba. Parece un terminal a la cabeza en especificaciones y a la altura en diseño y materiales de los grandes teléfonos de la competencia. Es más, quizá su cámara consiga igualar o superar a la del iPhone 6 -al menos esa es la sensación que nos ha dado en las primeras pruebas- y puede que consiga popularizar por fin la carga inalámbrica. Eso sí, la parte trasera de su carcasa, que según el color parece un espejo, recoge huellas dactilares con demasiada alegría.
Un móvil muy prometedor, sí, pero esa actualización por sí sola se habría quedado corta. Después de ver el Galaxy S6, es inevitable pensar que ponerse a la altura no era suficiente para Samsung. El nuevo diseño es magnífico, pero parece un cruce entre el Nexus 5, el teléfono de Apple y el diseño 'omni-balance' de Sony. No sorprende. Y en un mundo en el que el iPhone marca tendencia en muchos aspectos, en el que las marcas chinas mejoran especificaciones y bajan precios, en el que todo parecía inventado en líneas de diseño y en el que la gama media es cada vez más competente, Samsung necesitaba dar un golpe encima de la mesa. Necesitaba sacar pecho con un terminal que destacase por encima del resto con algo que nadie tuviese y que probablemente no puedan tener en años.
ESE ALGO SE LLAMA GALAXY S6 EDGE
La versión con bordes curvos del nuevo buque insignia de Samsung no solo comparte con su hermano plano materiales premium, puntero procesador Exynos, memoria RAM, generoso almacenamiento (32, 64 o 128, al estilo iPhone), carga inalámbrica de serie, plataforma Knox, protección Intel, cámaras frontal y trasera con HDR en tiempo real y virguerías como un enfocado selectivo inteligente, un lector de huellas mejorado -ahora no hay que deslizar, sino tocar- o batería más duradera que la competencia -o eso promete Samsung- y carga rápida. También tiene la capacidad de sorpender y agradar con sus formas.
Eso, unido a un hardware redondo, es la guinda del pastel. El Galaxy S6 está bien, sí, y pone a Samsung de nuevo en cabeza de carrera junto con el resto, pero el Edge es un móvil hecho para despertar el deseo y la envidia de aquellos que lo vean en tus manos. Y en tus manos, será un móvil para observar, para tocar y para deleitarse. Como lo han sido otros antes, como lo fue el iPhone 4, pero con un diseño completamente inédito. Y gracias a que Samsung domina el mercado de los paneles, probablemente pocos puedan igualar este diseño. Si acaso LG, aunque esta compañía decidió apostar por una curvatura completa que no consigue ser tan elegante. Es más, resulta tan icónica la pantalla del S6 Edge, que cuando alguna compañía decida imitarla, si alguna lo hace, será señalada con el dedo, del mismo modo que señalamos a Samsung por haber imitado tantas y tantas cosas.
Lo curioso del S6 Edge es que era un terminal que esperaba ver en el MWC 2015, debido a las numerosas filtraciones, pero cuya llegada no esperaba en absoluto. El porqué de esta apatía hacia este terminal y sus bordes curvos, la culpa, proviene del Galaxy Note Edge, que avanzó el canto de la pantalla que ahora trae el S6 Edge por duplicado y con algunas diferencias.
Con el Note Edge, Samsung consiguió un terminal espectacular e innovador, sí, pero también asimétrico -lo que hace que su diseño resultase algo extraño-, con un borde curvado excesivo y en el que se forzaban funciones innecesarias. El Note Edge incorpora, por ejemplo, un menú en el canto, que no solo no resulta útil, sino que además es incómodo. Durante el tiempo que lo pude probar, más de una vez pulsé por error botones en este borde táctil cuando lo único que quería hacer era agarrarlo y hacer 'scroll' en una página.
Con el S6 Edge, afortunadamente, Samsung se ha olvidado de forzar las cosas. La tecnología no sirve de nada si no resuelve problemas o es un punto a favor en el diseño. Y el borde del Note Edge fallaba. Es un aspecto ligeramente útil y un punto estético a favor. Incluso si se quedase en algo que sirviese únicamente para agradar a los sentidos, sin apenas funciones, no veo por qué eso tendría que ser algo criticable. No recuerdo que nadie criticase la parte trasera de cristal o el borde metálico del iPhone o el unibody cien por cien de metal del HTC One solo porque no tenían una función práctica en el uso de los terminales.
En el S6 Edge, a diferencia del Note, los bordes curvos no incorporan iconos de aplicaciones, sino puntuales accesos directos a contactos o llamadas perdidas que no se pulsan por accidente. Estos accesos directos son un accesorio prescindible, sí, pero también cómodo y no una curiosa incomodidad. También es posible dejar el móvil boca abajo y que los bordes de la pantalla curva, con sus colores, nos indiquen quién nos llama. Si estamos en una reunión, podemos tocar el pulsómetro y se envía un mensaje automático de "estoy ocupado". También se puede configurar uno de los bordes con distintos menús cuando el teléfono está bloqueado. Pequeños detalles que se unen a un diseño asombroso, no solo por lo inédito, sino por lo agradable que resulta al tácto o que transmite la sensación de que no hay bordes en torno al panel.
En cualquier caso, después de tanto cepillo, viene bien recordar que siempre se pueden echar cosas en falta. Una pena que el nuevo buque insignia de Samsung no sea resistente al agua. Pero no resistente al agua como el S5, que era poco fiable y su "tapón" del puerto microUSB antiestético, sino como los Xperia de Sony, maestros en estas lides; una función realmente útil y más en un teléfono que costará de 700 a 1.050 euros (en su versión Edge de 128GB). Por pedir que no quede.