NUEVA YORK, 13 Jun. (Carlos Hergueta/Portaltic) -
Era evidente que lo que iba a enseñar Samsung en un evento celebrado en Nueva York el jueves 12 de junio era su nueva tableta. Las filtraciones relacionadas con un dispositivo de esta categoría con una pantalla Super AMOLED unidas a el nombre del evento (Tab Into Color) no dejaban demasiado lugar a la imaginación.
Tampoco la esperanza era máxima, lo reconozco. Comencé el evento con bastante recelo, esperando ver una predecible mejora de prestaciones y un diseño muy en la línea de los últimos dispositivos móviles de Samsung, sin mucho más que destacar.
Sentí que esa sensación se afianzaba cuando arrancó la presentación, viendo en las primeras imágenes proyectadas del Samsung Galaxy Tab S con una forma muy, muy parecida a los otros tablets de la surcoreana que ya se han presentado e incluso lanzado. Sin embargo, a medida que la presentación fue avanzando, la tableta fue despertando mi curiosidad.
La compañía empezó presumiendo de la pantalla Super AMOLED y después fue desgranando los contenidos gratuitos que acompañarán al Tab S, para terminar con características como el lector de huellas y datos relativos a la potencia, dimensiones y el peso.
Fue un evento bastante cortito y al pie, exceptuando las pesadas intervenciones de los proveedores de contenido (Marvel o National Geographic); dejando a un lado esos momentos, fue como debe ser una presentación: lo suficientemente concisa para que no resulte pesada, pero lo suficientemente informativa.
Después, ya cerrada la rueda de prensa, la surcoreana invitó a la prensa asistente a pasar a la zona de demos. Ahí vino la mayor sorpresa de la noche, más allá del producto en sí: Por primera vez desde que he asistido a presentaciones de Samsung, justo al lado de su nuevo producto se encontraba el producto estrella de la competencia en la misma categoría. El rival a batir.
Un Galaxy Tab S de 8,4 pulgadas descansaba en una repisa, hombro con hombro, junto a un iPad Mini con pantalla retina. La compañía quería dejar muy claro que su pantalla ofrece la calidad de imagen que a partir de ahora debe ser el camino a seguir para los demás. Mostrando las mismas fotos y los mismos vídeos, la diferencia no dejaba margen para la discusión en ese sentido.
Tal era la diferencia entre las imágenes mostradas en ambos dispositivos, que rápidamente despertó mi desconfianza. Lo primero que pensé es que había algún tipo de truco y que los contenidos mostrados en el dispositivo de Apple, aunque idénticos en contenido, debían haber sido "empeorados" para que luciesen peor, en resolución, contraste y colores, que eran los puntos donde vencía el Tab S.
Por ese motivo, solicité al asistente que guardaba las tabletas si podía entrar en mi cuenta de Flickr y abrir en ambas una fotografía en alta resolución directamente en el navegador, para así comparar sin miedo a ser engañado. La diferencia era más que notable. Se trataba de una fotografía de unos molinos que hice en Rumanía y en el dispositivo de Samsung se veía más definida -tampoco de forma abismal, pero patente- y con unos colores mucho más vivos -aquí sí de forma más marcada-.
Minipunto para Samsung. Ahí dejé mi desconfianza, en manos del amable asistente, y encaminé mis pasos a las mesas de demostración donde descansaban, ahí ya sí ellos solos, más unidades del Tab S, de 8,4 y 10,5 pulgadas. En esas mesas pude comprobar que Samsung ha conseguido mejorar su diseño del último año, que lo cierto es que no me ha terminado de convencer en el Note 3 ni en el S5. Sin embargo, en el Tab S está mejor rematado.
Se mantiene la parte de atrás moteada del S5, pero con los "agujeros" más separados y el borde de plástico es más liso y encaja mejor con las partes frontal y trasera. Además, el bisel es más estrecho que en el dispositivo de Apple. Esto, unido al ínfimo grosor de la tableta (el modelo de 10,5 pulgadas es 0,9 milímetros más fina que el ya de por sí fino iPad Air) y escaso peso, consiguen que en las manos sorprenda mucho y para bien.
Por lo demás, monta un octa core y 3GB de RAM de los que solo espero fluidez, con cámaras propias de un tablet que simplemente cumplirán, y cargado de contenidos gratuitos con caducidad -la mayoría de los servicios de películas, libros o cómics incluidos son suscripciones de 3 meses-, pero que ya es más de lo que se puede decir de la mayoría de los fabricantes, que con su dispositivo no dan ni la hora.
El Galaxy Tab S seguramente ha sido el dispositivo móvil de Samsung que más gratamente me ha sorprendido en mucho tiempo. La única pega que le puedo poner es que no incorpore metal en su carcasa, pero el afinado diseño me ha hecho olvidarme un poco de esta cuestión. Por lo demás es una tableta que supera en prácticamente todo al iPad Air (dejando a un lado preferencias sobre iOS y Android), que era sin lugar a dudas el modelo a seguir.
Samsung se ha puesto seria en el terreno de las tabletas. Apple, te toca mover.