MADRID, 20 Nov. (PortalGeek) -
No dejamos de jugar cuando dejamos de ser niños, dejamos de ser niños cuando dejamos de jugar. Hoy se celebra el día del niño y deberías plantearte qué puedes hacer para disfrutarlo de otra manera, intentando alejarte de tu vida de adulto, tan seria y llena de responsabilidades. Seguramente si sigues estos consejos ya no solo hoy, sino en tu día a día, consigues sonreír más :-)
Juega con tus hijos: Ay, amigos padres, ya sabemos que para vosotros esto más que un placer, es una obligación. Porque el que es padre, lo es a jornada completa, aunque llegue tarde de trabajar y cansado. Pero, precisamente por eso, aprovecha este día para interesarte aún más por lo que le gusta a tu hijo, participar en algún juego con él. Al fin y al cabo, es su día.
Dedícale un rato a algún videojuego: Si te gustan los videojuegos, seguramente ya es algo que esté entre tus planes, con la cantidad de lanzamientos importantísimos que hay estos días para consolas y PC. Sin embargo, aunque te gusten los videojuegos, quizá el trabajo o los estudios a veces no te dejen tiempo para echarte una partidilla todos los días. Hoy no deberías dejarlo pasar; se lo debes al niño que hay en ti. Y si los juegos 'hardcore' no son lo tuyo, prueba con algún juego, sencillo y accesible, pero al mismo tiempo divertido, para móviles. Los hay a patadas en las tiendas de apps de tu móvil. Prueba con Monument Valley, Retry o FlyHunter, por citar algunos. Siguiendo con el punto anterior, lo que puedes hacer, también, es jugar con tus hijos a la consola, a lo que te puede ayudar este decálogo escrito por Supernanny.
Pon una película de animación: Seguramente recuerdes que de pequeño suplicabas a tus padres que te llevasen a ver La Sirenita o Aladdín. Tus padres te llevaban y lo que no sabías es que, quizá, estuviesen haciendo un esfuerzo ímprobo para que tú disfrutases de una película que a ellos les aburría. A lo mejor te has hecho adulto y a ti el cine de animación para niños no te aburra. Pon una y disfrútala con tus hijos. O llévales al cine. Y ni siquiera tiene por qué ser animación destinada más a niños; también puedes recuperar algún corto o largometraje de Pixar, cuyas obras maestras pueden satisfacer tanto a pequeños, como a grandes.
Come algo rico, barato y, mejor, si es con las manos: ¿No os habéis fijado? Como adulto, cuando vas a un restaurante, te suelen llamar la atención platos que no son, precisamente, los más baratos de la carta. Un buen chuletón de buey, pato, pasta con trufa o jamón de pata negra serían algunas cosas que seguramente pedirías, para de paso darle un susto a tu tarjeta de crédito. Un niño no pediría eso. ¿Qué quieres, hijo? "¡Macarrones!", respondería seguramente. Benditos sean ellos y su amor por los platos sencillos, la pasta y el tomate. ¿Y qué pasa? ¿A ti no te gustan los espaguetis boloñesa, las hamburguesas , la pizza o los perritos? Hoy prepara algo rico, barato, que engorde y, mejor que mejor, si lo puedes comer con las manos. Un día es un día; todos disfrutaréis y, si tienes niños en casa, les parecerá que es su cumpleaños.
Cómprate un juguete (o a tus hijos): Todos tenemos nuestras filias y pequeños caprichos. No se trata de que vayas y te pilles una televisión curva de 60 pulgadas, que tampoco es que sea Navidad, pero si estabas buscando algún caprichito, igual hoy sería un buen día para comprarlo. Un disco, un juego, una peli, entradas para el teatro, una funda para el móvil, una figura de coleccionista, un póster, un cuadro, una suscripción a algún servicio de alquileres por 'streaming'... Hoy es el día de regalártelo y sentirte como un niño. Y, si lo que quieres es darle a tus hijos el capricho, que al fin y al cabo es su día, pues mira a ver si les puedes comprar ese muñeco o muñeca -o un videojuego antiguo o de segunda mano, para que no se dispare el presupuesto- con el que te han estado dando la lata.
Queda con los amigos de siempre: Te diríamos que lo que tienes que hacer es quedar con ellos para jugar un partidito de fútbol, bascket, tenis, padel, etc. Si estás en forma y sueles hacerlo, no lo dudes. Si no se encuentra entre tus hábitos, llama a tus amigos más antiguos, los del barrio de toda la vida, y quedad para tomaros unas cañas y unos pinchos, a engordar esas barrigas y a recordar viejos tiempos. Seguro que a la quinta anécdota ya te sientes mucho más como un niño.
Llama a tus padres y cuéntales qué tal ha ido el cole: ¿Qué tal el cole, hijo? Seguro que ya no te suelen preguntar eso muy a menudo. Quizá tu marido/novio o tu mujer/novia, pero no es lo mismo. Y aunque a veces hablar con tus padres te resulte un poco tedioso, ahora ya como adulto, hoy no deberías dejar pasar la oportunidad de llamarles y contarles qué tal va todo y cómo van las cosas en el trabajo. Ah, y tampoco deberías olvidar preguntarle a tus hijos qué tal les ha ido el cole a ellos.
Intenta ser creativo: Cuando somos pequeños, tengamos o no talento, tratamos de ser creativos. Dibujamos, cantamos, escribimos... ¿Sueles hacer algo creativo o el peso de la vida ha machacado esa parte de tu espíritu? Disfrázate, vístete con algo divertido, pinta en tu tablet o descárgate una aplicación tipo The Warhol: D.I.Y. POP y crea una fotografía como si fueses el mismo Andy Warhol.
Pierde la vergüenza: Una de las mejores cosas de los niños es que no tienen tanta vergüenza como los adultos. La vida todavía no les ha enseñado a ser prudentes y no tienen el excesivo celo que a veces tenemos de mayores. ¿No te ha pasado nunca que te emocionas con una canción cuando vas en el metro o en el autobús y te has puesto a mover la boca con pasión, haciendo como si cantases? ¿Y no te ha ocurrido que justo en ese momento cruzas una mirada con alguien, te mueres de vergüenza y paras? No lo hagas, finge que cantas y bailas en el metro -sin molestar a nadie y con cascos, POR FAVOR-. Por un día, disfruta como si nadie te estuviese mirando. O como si te diese igual que te miren.
Sé sincero: Los niños no tienen miedo a decir las cosas como son porque no piensan en las consecuencias. Nosotros sí que tenemos mucho que callar para no ofender a los demás. Pero no tengas miedo de decir lo que piensas. Aprovecha este día para reflexionar sobre todas las cosas buenas que te da vergüenza decir y dilas. Y también piensa en todo lo que no te atreves a hacer o decir porque es difícil... Y hazlo o dilo. Encuentra la mejor forma, haz un esfuerzo -no te busques un lío- y sácalo de dentro.