MADRID, 19 Dic. (Carlos Hergueta) -
Esta semana ha llegado a las carteleras la tercera parte de El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos. No es una gran película, como sí lo fueron cada una de las entregas de El señor de los anillos; por momentos no parece una película, sino una inmensa batalla con poco que contar. Es una escena final en forma de largometraje de más de dos horas que puede hacerse, incluso, pesada. Es la última prueba de que a Jackson se le ha ido la mano.
No nos malinterpretéis; el cierre de la trilogía es un festival audiovisual que da a los fans de Tolkien y las adaptaciones de Jackson lo que no tuvieron en las dos primeras partes de El Hobbit: acción y batallas marca de la casa para aburrir. Quienes echasen eso de menos en las dos primeras, seguramente consideren que es la mejor de las tres; a nosotros nos ha parecido la peor. Al menos, los encuentros con Gollum y Smaug de las primeras compensaban tanto cardio por la Tierra Media.
Tanta acción hay en esta película, tantos frentes se abren, tantas cargas, tantos duelos se producen sin contar prácticamente nada... que satura y demuestra el enorme desequilibrio que hay entre unas y otras películas y la mala idea que fue convertir el libro en una trilogía con una duración similar a la de El Señor de los Anillos. Jackson y los suyos pecaron de ambiciosos. Israel Arias habla bien de la paja metida con calzador en su crítica.
Si en Un viaje inesperado o La desolación de Smaug sobraban paseos y faltaban orcos, humanos, enanos y elfos masacrándose unos a otros, en La batalla de los cinco ejércitos falta historia y un ritmo más equilibrado. Y muchas cosas de lo poco que cuenta está mal llevado y sobra. A nadie le importa el amor entre Tauriel y Kili y las referencias a la trilogía original están tan forzadas que no caen bien.
Lo mejor que se puede decir de La batalla de los cinco ejércitos es que cierra el excesivo círculo cinematrográfico de El Hobbit de la mejor forma posible. Nos ha recordado a lo que les pasó a los Wachowski. La primera de Matrix es una obra maestra y la historia se diluye en las secuelas, vacías y sobrecargadas de acción; todo funciona mejor para Neo cuando la trilogía se ve como una única película dividida en tres. Lo mismo le pasa a El Hobbit.
Te recomendamos que antes de ir a la sala del cine, te metas entre pecho y espalda esa misma tarde las dos primeras o que incluso esperes a ver la trilogía del tirón en tu casa. En la era de las versiones extendidas, resulta curioso que la trilogía de El Hobbit esté pidiendo a gritos una edición reducida, con las tres partes empalmadas en una. Sin embargo, seguro que en DVD/Blu-Ray veremos más metraje aún; algo que suena a cachondeo.