MADRID, 10 Nov. (Portaltic) -
Una chica ha sido recientemente víctima del robo de un premio en metálico con solo compartir la imagen del billete a través de las redes sociales, por el simple hecho de mostrar el código de barras que llevaba impreso.
Los códigos de barras llevan más de cuatro décadas usándose con fines comerciales. Permiten acceder a determinada información con un lector adecuado, de forma sencilla y rápida y, por ello, están presentes en entradas de conciertos, museos o exposiciones; billetes de avión, cupones promocionales o en el etiquetado de los alimentos.
Sin embargo, la moda de compartir absolutamente todo en las redes sociales pone en peligro la información que alojan, porque, incluso con solo la foto del billete en cuestión, mientras se vea bien el código de barras, otra persona puede robarlo, aun sin tener el soporte original donde se ha impreso.
La joven australiana que no pudo cobrar el billete premiado es un buen ejemplo de ello. Entusiasmada por haber apostado al caballo ganador, se hizo un 'selfie' en el que posaba sonriente con el billete premiado. Y lo subió a Facebook, donde algún contacto -puede que incluso un amigo o familiar-, pudo coger la foto y sacar el códido de barras.
Pero su caso, en realidad, no es único. Le ha sucedido a personas que han comprado entradas para un espectáculo, y ha pasado (y pasa) también con quienes quieren irse de vacaciones.
Bien por entusiasmo bien por querer dar un pelín de envidia -aunque sea inconscientemente-, especialmente si se trata de destinos exóticos, muchos comparten sus billetes de tren o avión en las redes sociales al tiempo que anuncian su destino. Los códigos que tienen impresos cuentan con información sobre el viajero, su vuelo o tren y quizá algún dato sobre un plan de viajero frecuente.
El problema radica en que "los datos que contiene el código de barras se pueden extraer a través de herramientas de acceso totalmente libre y gratuito", según ha explicado el periodista y experto en seguridad, Brian Krebs, y para ello, solo hace falta una imagen, no el papel físico original.
El viajero comparte la fotografía "sin ser consciente de la cantidad de datos personales que podrían caer en malas manos por su culpa", ha explicado Panda Security, donde, también señala, la importancia de saber deshacerse de este tipo de documentos para que de igual forma no caigan en malas manos.