MADRID, 25 Nov. (Álvaro Velasco-Sígueme en Twitter) -
Las modas son pasajeras. Ahora más que nunca. Las redes sociales han acelerado el proceso de subida a los cielos y posterior olvido de esa gran cantidad de tonterías que de repente triunfan sin saber muy bien el porqué. La viralidad de los contenidos en Internet ayuda a que este proceso cada vez sea más veloz pero también más efímero.
¿Recuerdan a Psy? Seguramente por ese nombre a casi nadie le viene nada. Se trata de aquel coreano con una incipiente obesidad que daba saltos al ritmo del Gangnam Style. Llenaba estadios. Famosos lo bailaban en televisión. Recuerdo a Damian Lewis con su Globo de Oro recién ganado por Homeland bailando la danza del caballito en un programa de máxima audiencia norteamericano. ¿Dónde está PSY? Nunca más se supo. ¡Ya nadie se tira cubos de agua helada por encima en noviembre!
El motivo es el ansia del neo consumidor urbano de quemar productos nuevos constantemente unido a lo comentado de la velocidad de la información en las redes sociales. Los memes son un claro ejemplo. Y no, no han desaparecido. Pero ya pasó ese furor en el que recibías unos 10 diarios, incluso varios hechos por tu amigo el gracioso con fotos propias. Llegó un momento en el que tuviste más fotos de Julio Iglesias en tu teléfono móvil que de tu novia. Y más vídeos de gatos que de tu madre. Los vídeos de gatos son uno de los pocos contenidos virales que perdura, y perdurará, con los años. Pero es que los gatos son prácticamente indestructibles. Son tan graciosos...
Gracias a este nuevo escaparate que supone el poder colgar en la red contenidos propios han podido llegar a nuestro consumo materiales de entretenimiento que nunca lo habrían hecho por los canales tradicionales. Aunque parezca que llevamos toda la vida usando Internet para ver vídeos YouTube aún no ha cumplido los 10 años de vida. Y en esos primeros años ni su implantación ni su calidad de imagen o material subido se parecía ni de lejos a la 'enciclopedia de Alejandría' que es hoy en día.
YouTube ha democratizado el medio audiovisual y gracias a su total implementación en la sociedad occidental un tipo con talento y una guitarra como Pablo Alborán se ha convertido en una estrella. Pocos son los que recuerdan que empezó en la red. Es un caso aislado. Tipos que llegaron a los cientos de miles, a los millones, de reproducciones y que en dos semanas no eran recordados por nadie.
Poco a poco esta velocidad se traslada a la televisión tradicional. La que, desde mi punto de vista, se terminará pareciendo mucho a lo que es ahora nuestro ordenador: televisión de pago a la carta con contenidos de calidad. No quiere decir que todo vaya a ser así ya que hay gente con suficiente talento para llegar y mantenerse. Esa es la nueva realidad.