MADRID, 16 Jun. (EUROPA PRESS) -
Amigos de la Tierra y Greenpeace han alertado de que más del 75 por ciento del suelo en España sufre riesgo de desertificación y reclaman el establecimiento de políticas y acciones que permitan regenerar la fertilidad de los suelos.
Con motivo de la celebración este jueves del Día Internacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía Amigos de la Tierra propone un sistema de agricultura 'biointensiva' que permitiría producir alimentos y, a la vez, regenerar el suelo, recuperar y mantener su fertilidad e incrementar su resiliencia ante los impactos del cambio climático.
El lema de este Día Mundial de 2021 es 'Restauración. Tierras. Recuperación' y en ese sentido, Amigos de la Tierra insiste en que la introducción de este método biointensivo en España hace dos años tiene un "papel clave" para regenerar el suelo, ya que permite producir alimentos suficientes en un espacio mínimo y "sin prácticamente" utilizar recursos externos al área de cultivo, a la vez que regenera el suelo hasta 60 veces más rápido que la propia naturaleza.
La organización ha impulsado esta técnica junto con Ecology Action y Ecopol y ha formado a 80 personas que aplican estos métodos en Aragón, Galicia, Ibiza, La Rioja, Comunidad de Madrid y Mallorca. El proyecto cuenta también con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico y de la Fundación Biodiversidad.
Coincidiendo con la celebración, la ONG presenta sus resultados preliminares que apuntan rendimientos 2,5 veces superiores por unidad de suelo que en los promedios españoles del Ministerio de Agricultura.
Por su parte, Greenpeace alerta de que el 70 por ciento de las demarcaciones hidrográficas españolas presentan niveles de estrés hídrico alto o severo y subraya que el propio Gobierno alerta de un "próximo aumento de la intensidad y magnitud de las sequías debido al cambio climático", por lo que la ONG urge a una transformación "profunda" de las estrategias de gestión del agua, así como a combatir los pozos ilegales, la sobreexplotación y la contaminación de los recursos hídricos.
La ONG, junto a al Observatorio Ciudadano de la Sequía advierten de los efectos del cambio climático sobre el riesgo de sequía así como de la desertificación (degradación de las tierras de zonas áridas y semiáridas causadas por las variaciones climáticas y las actividades humanas) son ya incuestionables.
Durante la segunda mitad del siglo XX los recursos hídricos disponibles en muchas cuencas de la Península Ibérica se ha reducido entre un 10 y un 20 por ciento.
En la actualidad, los embalses españoles están al 58,34 por ciento de su capacidad total, lo que supone una cifra inferior a los niveles de 2019, el año de la última sequía.
El responsable de la campaña de aguas de Greenpeace, Julio Barea, ha
manifestado que frente a los devastadores problemas asociados a la sequía y la desertificación, es necesario frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Por ello, considera que es necesario fortalecer el medio rural y cambiar el modo de producir alimentos y los bienes de consumo para evitar que España se convierta "en un territorio desertificado en pocos años".
Por ello, Greenpeace llama a revisar con mayor ambición la Ley de Cambio Climático y la Transición Energética para reducir las emisiones de CO2 en 2030 en al menos un 55 por ciento respecto a las de 1990, alcanzar las emisiones netas cero en 2040 y acelerar el fin de los combustibles fósiles.
Asimismo, reclama una modificación de la política hidrológica para responder de forma decidida a los objetivos de la Directiva Marco del Agua y garantizar así la calidad de las masas de agua; que se gestionen de forma conjunta las masas de agua y de los recursos y riesgos hídricos e implicar "activamente" a los ciudadanos en la búsqueda de consensos sobre la gestión del recurso.
Por otro lado, considera necesario mantener una postura rotunda e inequívoca frente a la sobrexpolotación y la contaminación de los recursos hídricos y la proliferación de pozos ilegales. Otra de sus propuestas es la reconversión del modelo agrícola y poner freno a la expansión de la ganadería industrial.
En cuanto a la gestión forestal, pide que esta se acorde con los problemas de aridez e intensificación de las sequías que sufre España y que se evite la proliferación de urbanización en el espacio forestal y conciencie a la sociedad ante el riesgo que suponen los incendios.
De forma global, Greenpeace y el Observatorio de la Sequía instan a tener en cuenta a la hora de ordenar el territorio los efectos del cambio climático en la planificación hidrológica, política agraria, turismo, gestión litoral, desarrollo rural, urbanismo, salud, migraciones, etc., garantizando el equilibrio y la cohesión territorial.
Por último, consideran que otra de las líneas de actuación contra la desertificación pasan por informar, educar e incluir a los ciudadanos en la gestión para lograr una gobernanza real de los riesgos.