MADRID, 21 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un apicultor, biólogo y veterinario valenciano ha lanzado una campaña en la plataforma Change.org en la que recopila firmas para que la UNESCO declare la apicultura como Patrimonio Mundial de la Humanidad y, de este modo, proteger este oficio milenario que facilita la polinización.
'Protejamos las abejas: Declaren la apicultura Patrimonio de la Humanidad' es el título de la petición lanzada por Enrique Simó Zaragoza, apicultor desde hace 25 años, y que roza ya las 80.000 firmas.
En la defensa de su iniciativa, el veterinario apícola asegura que no puede estar más agradecido por todo lo que le ha dado el oficio de la apicultura. Por eso, en declaraciones a Europa Press justifica su iniciativa para devolver a las abejas "todas las alegrías" que le han dado las abejas y la apicultura, un oficio al que llegó casi de forma casual, tras una entrevista de trabajo por la que entró a formar parte de una asociación apícola después de llevar años trabajando en sanidad animal.
"Quiero abrir los ojos a los demás sobre el maravilloso mundo de la apicultura y el valor que proporciona a la agricultura y a los ecosistemas", ha valorado Simó, que recuerda que las abejas son "un tesoro" al cual se les debe más del 70 por ciento de los alimentos que se comen, según la FAO. "Por eso debemos protegerlas urgentemente", considera.
El veterinario considera necesario que la UNESCO declare este oficio milenario como patrimonio de la humanidad para garantizar la protección de las abejas y de un sector al que Simó califica de "imprescindible".
Así, asegura que la apicultura es imprescindible para los ecosistemas naturales y agrarios pero que el sector está "en situación límite", ya que el balance de las últimas campañas apícolas es "realmente preocupante" con un descenso de la cosecha de miel que supera el 40 por ciento. Además, advierte de que los precios de venta que se oferta a los apicultores están por debajo de sus costes de producción.
El también biólogo insiste en la importancia de la apicultura para el territorio, con escenas de recolección de miel representadas por las pinturas rupestres, como las que se encuentran en la cueva de la araña Bicorp, que alberga la primera imagen de recolección de miel a nivel mundial y está incluida en el arte rupestre levantino que fue declarado por la UNESCO en 1998, bien de interés cultural Patrimonio de la Humanidad.
En ese sentido, se ha referido también a la nueva pintura descubierta en septiembre de 2021 en un abrigo de Castellote (Teruel) de hace 7.500 años y que muestra a una persona trepando por una escala de cuerdas en busca del producto de una colmena mientras algunas abejas revolotean a su alrededor.
"Son símbolos universales de la apicultura que nos habla de que hace unos 7000 años las primeras sociedades productoras de nuestro territorio ya tenían una relación primordial con la apicultura. La apicultura ha sido pionera en el estado español y ha ocupado una posición dominante en la segunda mitad del siglo XX y queremos que siga siéndolo también en nuestros días", defiende.
Sin embargo, alerta de que los productos apícolas se importan de cualquier parte del mundo, lo que hunde la economía de los apicultores locales, pero no la polinización de los ecosistemas. Por ello, destaca que cada vez que se consume miel de los productores locales los consumidores están ayudando a la polinización de los ecosistemas.
Respecto a la polinización, defiende su contribución a regenerar ecosistemas y especies amenazadas, tanto vegetales como animales y favorece la fructificación y la producción de semillas de especies cultivadas y silvestres.
Según el veterinario, el beneficio de la polinización solo en el sector agrario supera los 4.000 millones de euros anuales, un beneficio que supera los 153.000 millones de euros al año a nivel global.
Miel, polen, cera, jalea real, propóleo, son "tesoros secundarios" respecto al "principal" obsequio de las abejas que es la polinización y su contribución a la salud del planeta.
Sin embargo, denuncia de que la apicultura está "en la cuerda floja", al límite de la rentabilidad, inmersa en una "grave crisis de precios" y asfixiada por problemas sanitarios, como por ejemplo el síndrome de despoblamiento apícola que provoca la muerte de millones de colmenas al año en todo el mundo.
Simó relata como en Valencia es conocido como 'api-activista', por lo que ha sufrido ataques en sus apiarios en forma de incendio o de intoxicación por se la cabeza visible de la defensa de los intereses de estos ganaderos de abejas.
Por otro lado, denuncia que en la región el sector sufre el impacto de tratamientos de pesticidas a los árboles frutales y ha llegado a certificar hasta siete episodios de intoxicación de abejas en un año en un solo asentamiento. "Es un Hiroshima para las abejas que se produce desde hace cinco o diez años", lamenta.
En este contexto, ve necesario que la UNESCO declare la apicultura Patrimonio Mundial de la Humanidad para frenar este problema de biodiversidad y alimentario global.
De aquí al mes de mayo confía en recopilar al menos 150.000 firmas que entregará al Ministerio de Cultura para que en la próxima oportunidad España solicite a la UNESCO que apruebe la petición lo antes posible.
"Que la gente tenga en el corazón la apicultura y las abejas. Está siendo un proceso muy interesante ver como la sociedad nos apoya: Es un regalo", concluye.