MADRID, 17 Jun. (EUROPA PRESS) -
El crimen ambiental, mayoritariamente cometido por hombres, tiene como principales motivaciones la economía, la corrupción, los conflictos sociales o armados, la superstición, la tradición, disconformidad con las normas o por elitisimo, según un el primer estudio sobre la cuestión elaborado en el marco del proyecto LIFE 'Guardianes de la Naturaleza' que realiza SEO/BirdLife.
El estudio analiza el origen y las motivaciones que están tras el crimen ambiental y analiza los motivos universales que llevan a cometer delitos ambientales en el mundo, aunque se centra en particular en España y Portugal y concluye que esta tipología de delito se encuentra con el rechazo del 90 por ciento de la sociedad hispanolusa, que considera este tipo de delincuencia tan grave como el resto.
Las causas de estos delitos apuntan a una "falta de sensibilidad y de comprensión sobre el impacto real de sus actos", según refleja el estudio que también añade que las motivaciones son "complejas y combinadas" pues "raramente" existe un solo motivo aislado tras un delito ambiental, lo que hace difícil desvincular los distintos motivos entre sí.
Además, varios delitos contra el medio ambiente están ligados unos a otros, como la captura de especies protegidas, su tráfico y comercio, su tenencia y su abandono, por lo que el análisis considera que se deben tener en cuenta las motivaciones como una superposición de capas que afectan a distintos aspectos materiales y subjetivos del delincuente.
El informe identifica también el sesgo de género "muy importante" en este delito, ya que la mayoría de los autores son hombres.
Por causas, destacan los motivos económicos, muy conectados al tráfico ilegal de residuos, tráfico ilegal de especies amenazadas o de sus partes) o a los posibles beneficios económicos percibidos por parte del delincuente, tales como incendios para obtener pastos, caza ilegal para aprovisionarse de carne.
Contrariamente a lo percibido por la población, la especulación con el suelo o con la madera quemada son excepcionalmente bajas como motivación de incendios.
En cuanto a las motivaciones por corrupción, el estudio señala que está muy ligada a los motivos económicos y, en particular el tráfico ilegal de residuos, el tráfico de fauna exótica o de sus partes, el de maderas raras, la tala ilegal y el furtivismo.
Los conflictos, otra de la grandes motivaciones, son según la ONG de "menor importancia cuantitativa" pero también ligados a los dos anteriores y, en particular se dan en zonas afectadas por movimientos insurgentes o terroristas. Asimismo, concluye que es "frecuente" que la financiación de estos colectivos puede proceder del tráfico de especies, por lo que la inestabilidad social y política en esas zonas constituye un desencadenante y un impulso a las actividades ilícitas.
En cuanto a los delitos ambientales motivados por creencias, supersticiones y las falsas creencias, el estudio considera que es "uno de los motores principales" del comercio de partes de especies en peligro, como por ejemplo las escamas de pangolín, huesos de tigre, cuerno de rinoceronte, cerebro de buitre, entre otros que se emplean tanto en pseudo-medicina como en prácticas mágicas o en ambas.
También el comercio de carne de algunos animales se debe a la creencia, a veces no fundamentada, de que ese producto es más saludable en algún sentido.
El análisis ha detectado también que en algunas zonas concretas se han asociado incendios forestales al satanismo y en algunas creencias se considera la liberación de animales (con frecuencia especies invasoras) como un acto propiciatorio.
Otras motivaciones están en las tradiciones, como algunos tipos de caza y pesca ilegal considerados tradicionales pero que están prohibidas por su carácter masivo o no selectivo.
Por otro lado se ha detectado también delitos ambientales motivados para buscar una mayor cohesión social, como por ejemplo la tala ilegal o la caza ilegal al tiempo que la ONG afirma que otras de las motivaciones para cometer un delito ambiental estaría en el elitismo, como por ejemplo el consumo de productos alimenticios de especies amenazadas como el caviar de esturión o la carne de pangolín; la posesión de marfil, pieles, maderas raras, algalia o calambac para perfumería o bien la tenencia de mascotas, como aves tropicales o felinos, ya que su tenencia requiere tener un elevado poder adquisitivo.
Otros comportamientos delictivos tienen su origen en la búsqueda de una contestación a las normas que se consideran injustas. Ese es el caso de las liberaciones de animales de granjas peleteras, o la caza ilegal en un espacio protegido o bien fuegos provocados para protestar por normativas que perjudican, normalmente al autor.
Otra de las causas esté en la intención de perseguir de forma ilegal a depredadores o bien por desapego, por su desvinculación con los recursos naturales a los que afecta su acción.
Otro factor recurrente es la falta de sensibilización y una deficiente comprensión del alcance real de las acciones.
En el marco del estudio, la ONG ha realizado una encuesta a la población que apunta una sensibilidad "muy notable" contra los delitos contra la fauna y los hábitats, ya que más del 80 por ciento de españoles y portugueses cree que la sociedad no da la suficiente importancia a los problemas ambientales y más de la mitad de la población piensa que los medios de comunicación no dan suficiente importancia ni a los delitos ambientales, ni a sus consecuencias, ni al valor de las especies o de los espacios protegidos ni al trabajo de las ONG o asociaciones ambientales.
La encuesta añade que el 90 por ciento de la población querría ver programas o secciones específicas sobre medio ambiente y el mismo porcentaje opina que estos delitos son "igual o más importantes" que otros.
Otro de los resultados refleja que el 62 por ciento de los españoles y el 87 por ciento de los portugueses considera "injustificable" cometer un delito ambiental.
Respecto al conocimiento de la población, casi el 100 por cien de españoles y portugueses sabe que provocar un incendio forestal es motivo de delito pero ni siquiera la mitad sabe que liberar especies exóticas en la naturaleza también lo es.
En la misma línea, casi el 100 por cien conoce la gravedad de matar linces ibéricos, mientras que no da tanta importancia a matar una especie protegida de lagartija, mariposa o de serpiente.
Finalmente, los encuestados consideran que es necesaria una mayor difusión de los problemas ambientales y mayor sensibilización sobre algunos de ellos.
El coordinador del proyecto LIFE Guardianes de la Naturaleza, David de la Bodega, ha destacado que esta es la primera vez que se realiza un estudio de estas características en España y ha añadido que si bien se han estudiado por ejemplo los incendios forestales a nivel "muy detallado, nunca se había considerado este abanico de delitos a través de encuestas, análisis de sentencias y bibliografía técnica, aportando un conocimiento esencial para abordar los delitos desde otra perspectiva que no sea sólo la represión".
Finalmente, la ONG concluye que analizar las consecuencias de estos delitos y sus posibles soluciones, no deben limitarse a la vigilancia y la persecución, sino que se debe trabajar para "cambiar actitudes" de una forma participada y contribuir así a resolver problemas estructurales que favorecen estos delitos.