MADRID, 27 Feb. (EUROPA PRESS) -
La golondrina común llega a la Península Ibérica en primavera alrededor de un mes antes que a mediados del siglo pasado, una tendencia que se observa también en otras especies, según ha constatado el programa 'Aves y Clima' de SEO/BirdLife en colaboración de la Agencia Estatal de Meteorología.
El programa 'Aves y Clima', que cumple ahora un decenio de su lanzamiento, consiste en anotar las primeras fechas en las que se producen diferentes fenómenos fenológicos como la migración de las aves, la floración de los almendros y el inicio de la reproducción o aparición de los primeros insectos. Esta labor ha contado con la participación de más de un millar de personas que han aportado más de 100.000 registros.
Blas Molina, miembro del área de Seguimiento de SEO/BirdLife, señala que algunos de los registros que se realizan en estas fechas son la aparición de la primera golondrina en cada localidad, la fecha de regreso de la cigüeña a su nido, la observación de los primeros vencejos adornando los cielos urbanos o las primeras escuchas del canto del ruiseñor en sotos y riberas.
Igualmente, Molina añade que la importancia de los registros "radica en el paso del tiempo", ya que, a su juicio, es como puede valorarse la variación de los patrones migratorios de algunos especies o conocer si el cambio climático les afecta.
Uno de los factores que determinan la llegada y partida de las aves, el retraso o adelanto de la floración o la actividad o retraso en el bullir de los insectos son las condiciones climáticas. En relación con el flujo migratorio, un factor importante son las condiciones meteorológicas reinantes en las áreas clave de paso de las aves, como el estrecho de Gibraltar.
Por ello, Molina comenta que en ese punto sí "son fuertes" los vientos de Levante, pueden producir un retraso en la llegada de las especies, porque "deciden esperar" a que mejoren las condiciones climáticas para cruzar a la península.
Esta situación se ha dado a comienzos de la semana pasada con el temporal de lluvia y viento acaecido en el mar de Alborán, entre la costa andaluza y Marruecos, generando una acumulación de ejemplares de diversas especies en la costa africana, a la espera de que las condiciones meteorológicas mejorasen. Otras zonas críticas de paso se encuentran en el Pirineo, o en puntos de la costa atlántica como Estaca de Bares.
Además, ya se ha registrado la floración de los almendros en el sur y de manera casi generalizada en el centro peninsular, y comienza la llegada de las primeras aves migratorias como la golondrina común, el avión común, el críalo europeo o el milano negro, entre otras, que comienzan su expansión poco a poco desde el sur ibérico hasta el norte. Otras, en cambio, comienzan a dejar el territorio español rumbo al norte, como es el caso de la grulla común o el ánsar común.
Por otro lado, en las zonas urbanas algunas especies ya comienzan con su actividad reproductora, iniciando la construcción del nido, como la paloma bravía, la paloma torcaz, el mirlo común o la urraca.
De este modo, Molina ha destacado que la fenología de las especies urbanas "suele ser algo más adelantada" que la de la misma especie en plena naturaleza, ya que, en su opinión, las ciudades funcionan como islas de calor.